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  • Pues esto dice el Señor Dios: Cuando te haya reducido a un desierto, como las ciudades ya no habitadas, y se abalance sobre ti el océano y las aguas en masa te cubran, (Ezequiel 26, 19)

  • La tierra de Egipto quedará desolada y desierta, y sabrán que yo soy el Señor. Por haber dicho: El Nilo es mío, yo lo he hecho, (Ezequiel 29, 9)

  • Las lluvias lo hicieron grande, las aguas subterráneas lo hicieron crecer llevando sus corrientes al lugar donde estaba plantado, mandando sus canales a todos los árboles del campo. (Ezequiel 31, 4)

  • Era imponente por su grandeza, por la amplitud de su ramaje, porque hundía sus raíces junto a aguas generosas. (Ezequiel 31, 7)

  • para que ningún árbol plantado al borde del agua se engría por su altura ni levante su copa por entre las nubes, y para que no confíen en sí mismos y en su altura cuantos son regados por las aguas. Pues todos ellos están destinados a la muerte, a la morada subterránea, entre los hijos del hombre, entre los que bajan a la fosa. (Ezequiel 31, 14)

  • Esto dice el Señor Dios: El día en que bajó al reino de la muerte, en señal de duelo por él cerré el abismo, contuve sus ríos y las abundantes aguas se estancaron; vestí por él de luto al Líbano, y todos los árboles del campo se secaron por él. (Ezequiel 31, 15)

  • Hice temblar a las naciones con el estrépito de su caída; cuando le hice bajar al reino de la muerte con los que bajan a la fosa, se consolaron en las moradas subterráneas todos los árboles de Edén, los bellos y magníficos árboles del Líbano, regados todos por las aguas. (Ezequiel 31, 16)

  • "Hijo de hombre, entona una elegía sobre el Faraón, rey de Egipto. Le dirás: ¡León entre las gentes, ya estás aniquilado! Eras como un cocodrilo en el agua, agitabas los ríos con el soplo de tus narices, enturbiabas las aguas con tus patas, removías sus corrientes. (Ezequiel 32, 2)

  • Haré perecer a todo tu ganado junto a las aguas abundantes. No ha de enturbiarlas más pie de hombre; pezuña de animales no volverá a enturbiarlas. (Ezequiel 32, 13)

  • Entonces amansaré sus aguas, haré correr sus ríos como aceite, dice el Señor Dios. (Ezequiel 32, 14)

  • Después me llevó a la entrada del templo. Allí, bajo el umbral del templo, brotaba agua en dirección este, pues la fachada del templo miraba al este. Estas aguas se deslizaban de debajo del costado derecho del templo, al sur del altar. (Ezequiel 47, 1)

  • Me hizo salir por la puerta norte y dar la vuelta por fuera hasta la puerta exterior, que da al este, y he aquí que las aguas corrían por el lado derecho. (Ezequiel 47, 2)


“A ingenuidade e’ uma virtude, mas apenas ate certo ponto; ela deve sempre ser acompanhada da prudência. A astúcia e a safadeza, por outro lado, são diabólicas e podem causar muito mal.” São Padre Pio de Pietrelcina