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  • Y ¿cómo predicarán si no son enviados? Como dice la Escritura: ¡Bienvenidos los que traen buenas noticias! (Romanos 10, 15)

  • el que tenga el de exhortar, que se dedique a exhortar; el que tiene el de repartir limosna, que reparta con generosidad; el que tiene el de presidir, que presida con seriedad; el que hace obras de misericordia, que las haga con alegría. (Romanos 12, 8)

  • La noche está avanzada y el día está cerca; por lo tanto, dejemos a un lado las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. (Romanos 13, 12)

  • El mundo con su propia sabiduría no reconoció a Dios en la sabiduría manifestada por Dios en sus obras. Por eso Dios ha preferido salvar a los creyentes por medio de una doctrina que parece una locura. (I Corintios 1, 21)

  • No os dejéis engañar: "Las malas compañías corrompen las buenas costumbres". (I Corintios 15, 33)

  • No es, por tanto, de extrañar que sus ministros se disfracen de ministros de justicia; pero su fin será conforme a sus obras. (II Corintios 11, 15)

  • pero sabemos que nadie se justifica por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo; nosotros creemos en Cristo Jesús para ser justificados por la fe de Cristo, no por las obras de la ley; porque nadie será justificado por las obras de la ley. (Gálatas 2, 16)

  • Solamente quiero saber esto de vosotros: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por haber aceptado la fe que os anunciaron? (Gálatas 3, 2)

  • Si creemos en Cristo, da lo mismo estar o no estar circuncidados; lo que importa es la fe y que esta fe se exprese en obras de amor. (Gálatas 5, 6)

  • Ahora bien, las obras de la carne son bien claras: lujuria, impureza, desenfreno, (Gálatas 5, 19)

  • no se debe a las obras, para que nadie se llene de vanidad. (Efesios 2, 9)

  • Él nos ha hecho, él nos ha creado por medio de Cristo Jesús, para hacer obras buenas tal y como él lo dispuso de antemano. (Efesios 2, 10)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina