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  • Emprendí grandes obras, me construí palacios y me planté viñas; (Eclesiastés 2, 4)

  • Luego reflexioné sobre todas las obras que mis manos habían hecho y sobre la fatiga que me había tomado por hacerlas, y he aquí que todo es vanidad, andar a la caza del viento, y no queda provecho alguno bajo el sol. (Eclesiastés 2, 11)

  • El lo hizo todo bien y a su tiempo; pero les puso el deseo del infinito, sin que el hombre pueda llegar a descubrir las obras que Dios hace desde el principio hasta el fin. (Eclesiastés 3, 11)

  • Sí que he visto que no hay otra felicidad para el hombre que gozarse en sus obras, porque ésta es su condición. Pues, ¿quién le llevará a gozar de lo que vendrá después? (Eclesiastés 3, 22)

  • No permitas que tu boca te haga culpable, y no digas delante de Dios que fue una inadvertencia. ¿Por qué hacer que Dios se irrite a causa de tu palabra y destruya las obras de tus manos? (Eclesiastés 5, 5)

  • entonces advertí que el hombre no puede descubrir todas las obras de Dios que se realizan bajo el sol; por mucho que el hombre se fatigue buscándolas, no llega a descubrirlas. Y aunque un sabio diga que lo sabe, tampoco llega a descubrirlo. (Eclesiastés 8, 17)

  • Ciertamente he examinado todo esto, y he comprobado que los justos y los sabios y sus obras están en las manos de Dios. El hombre no conoce ni el amor ni el odio, y ambas cosas son a sus ojos (Eclesiastés 9, 1)

  • Por la mañana siembra tu semilla, y por la tarde no des descanso a tu mano; porque tú no sabes lo que es mejor, si esto o aquello, o si ambas cosas son igualmente buenas. (Eclesiastés 11, 6)

  • Dios nos pedirá cuentas de todas nuestras acciones, buenas o malas, aun de las que hayamos hecho en secreto. (Eclesiastés 12, 14)

  • No corráis tras la muerte con los extravíos de vuestra vida, ni os atraigáis la ruina con las obras de vuestras manos. (Sabiduría 1, 12)

  • Nuestro nombre con el tiempo caerá en el olvido; nadie se acordará de nuestras obras. Como huella de nube pasará nuestra vida; se disipará como niebla perseguida por los rayos del sol, y por su calor abatida. (Sabiduría 2, 4)

  • Acechemos al justo, pues nos fastidia; se opone a nuestras obras, nos echa en cara las infracciones de la ley y nos acusa de traicionar nuestra educación. (Sabiduría 2, 12)


“O verdadeiro servo de Deus é aquele que usa a caridade para com seu próximo, que está decidido a fazer a vontade de Deus a todo custo, que vive em profunda humildade e simplicidade”. São Padre Pio de Pietrelcina