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  • Moab dijo a los ancianos de Madián: "Esta muchedumbre va a devorar ahora nuestros contornos como devora un buey la hierba del campo". Era entonces rey de Moab Balac, hijo de Sipor, (Números 22, 4)

  • La burra, al ver al ángel del Señor apostado en el camino con la espada desenvainada en la mano, se salió del camino y tiró por el campo. Balaán le pegaba para hacerla volver al camino. (Números 22, 23)

  • Le llevó al campo de los Centinelas, hacia la cima del Pisga. Levantó siete altares e inmoló en cada uno un novillo y un carnero. (Números 23, 14)

  • No desearás a la mujer de tu prójimo, ni tampoco sus cosas: casas, campo, siervo o sierva, buey o asno, ni nada de cuanto a tu prójimo pertenece". (Deuteronomio 5, 21)

  • El Señor, tu Dios, irá destruyendo estas naciones delante de ti poco a poco. No podrás exterminarlas en un día, no sea que las fieras del campo se multipliquen contra ti. (Deuteronomio 7, 22)

  • Si para conquistar una ciudad te ves obligado a sitiarla por largo tiempo, no destruyas los árboles a golpe de hacha. Come sus frutos, pero no los tales. ¿Es que son hombres los árboles del campo para que los asedies? (Deuteronomio 20, 19)

  • Si en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar en posesión se encuentra un muerto tirado en el campo sin que se sepa quién lo mató, (Deuteronomio 21, 1)

  • Pero si fue en el campo donde el hombre la encontró, acostándose con ella, morirá solamente el hombre; (Deuteronomio 22, 25)

  • Al ser sorprendida en el campo, la joven pudo pedir socorro, pero no había nadie que pudiera ir en su auxilio. (Deuteronomio 22, 27)

  • Si alguno queda impuro por polución nocturna, salga del campo y no vuelva a entrar; (Deuteronomio 23, 11)

  • Cuando hagas la recolección en tu campo, si olvidas en él una gavilla, no vuelvas a buscarla. Déjala para el emigrante, el huérfano y la viuda, para que el Señor, tu Dios, te bendiga en todas tus empresas. (Deuteronomio 24, 19)

  • Serás bendito en la ciudad y bendito en el campo. (Deuteronomio 28, 3)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina