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  • ni nuestros hijos, ni nuestras hijas. No edificamos casas para vivir en ellas, ni poseemos viñas, campos ni sembrados, (Jeremías 35, 9)

  • Los caldeos prendieron fuego al palacio real y a las casas del pueblo, y derruyeron los muros de Jerusalén. (Jeremías 39, 8)

  • y prendió fuego al templo del Señor, al palacio real y a todas las casas de Jerusalén. (Jeremías 52, 13)

  • Nuestra heredad ha pasado a extranjeros, nuestras casas a extraños. (Lamentaciones 5, 2)

  • Yo haré venir a los pueblos más feroces, que se apoderarán de sus casas. Humillaré la soberbia de los poderosos y sus santuarios serán profanados. (Ezequiel 7, 24)

  • los que dicen: ¿acaso no se han construido en poco tiempo las casas de la ciudad? Ella es la olla, nosotros somos la carne. (Ezequiel 11, 3)

  • Prenderán fuego a tus casas, ejecutarán la sentencia contra ti a la vista de otras muchas mujeres y haré que dejes de prostituirte y no vuelvas a dar salario de prostituta. (Ezequiel 16, 41)

  • La turba las apedreará y con sus espadas las cortarán en pedazos. Matarán a sus hijos y a sus hijas y prenderán fuego a sus casas. (Ezequiel 23, 47)

  • Saquearán tus riquezas, arrebatarán tus mercancías. Derruirán tus muros, demolerán tus magníficas casas, tirarán al mar tus piedras, vigas y escombros. (Ezequiel 26, 12)

  • En cuanto a ti, hijo de hombre, las gentes de tu pueblo hablan de ti junto a los muros y en las puertas de las casas y se dicen los unos a los otros: Vamos a escuchar cuál es la palabra que viene de parte del Señor. (Ezequiel 33, 30)

  • Lo mejor de todas vuestras primicias y de toda clase de productos vuestros, todas las ofrendas que hagáis, pertenecerán a los sacerdotes. Así daréis a los sacerdotes lo mejor de vuestra parte, a fin de que la bendición repose sobre vuestras casas. (Ezequiel 44, 30)

  • Será una porción santa del país reservada a los sacerdotes que ejercen el ministerio del santuario y se acercan al Señor para servirle; aquí podrán construir sus casas y tendrán un espacio consagrado al santuario. (Ezequiel 45, 4)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina