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  • Lisias, al ver la huida de los suyos y el entusiasmo de los judíos, dispuestos a vivir o a morir como héroes, se volvió a Antioquía para reclutar mercenarios y volver a Judea con más fuerza que antes. (I Macabeos 4, 35)

  • Luego partió aprisa y volvió a Antioquía, donde encontró a Filipo dueño de la ciudad. Luchó contra él, y se apoderó de la ciudad por la fuerza. (I Macabeos 6, 63)

  • Cuando Alcimo comprendió que Judas y los suyos le superaban en fuerza y que no podía oponerse a ellos, se volvió al rey y los acusó de muchos delitos. (I Macabeos 7, 25)

  • El ejército enemigo salió del campo y le hizo frente con la caballería dividida en dos alas; los hombres y los arqueros, todos valientes, avanzaban a la cabeza del ejército como fuerza de choque. Báquides iba en el ala derecha. (I Macabeos 9, 11)

  • Dio fuerza a los humildes de su pueblo, dispersó a los malvados y perversos, fue observante de la ley. (I Macabeos 14, 14)

  • Por la intervención divina había quedado sin palabra y sin esperanza alguna de salud. (II Macabeos 3, 29)

  • Timoteo, que había sido vencido antes por los judíos, reunió una tropa ingente de mercenarios; unió a esta fuerza una buena parte de la caballería de Asia y se encaminó a Judea para hacer la guerra y apoderarse de ella. (II Macabeos 10, 24)

  • El Macabeo ordenó su ejército en divisiones, puso a aquellos dos al frente de ellas y marchó contra Timoteo, que tenía una fuerza de ciento veinte mil soldados de infantería y dos mil quinientos de caballería. (II Macabeos 12, 20)

  • Pero, después de invocar el auxilio de Dios omnipotente, cuya fuerza aplasta los poderes enemigos, se apoderaron de la ciudad y mataron a veinticinco mil de los que había dentro de ella. (II Macabeos 12, 28)

  • Un tal Dositeo, de Bacenor, valiente caballero, agarró a Gorgias por el manto y tiraba de él con fuerza para apoderarse de aquel criminal vivo. Un caballero tracio que lo vio, se lanzó contra Dositeo y le cortó el brazo, y así Gorgias pudo escapar y refugiarse en Maresá. (II Macabeos 12, 35)

  • Los judíos, que le acompañaban por la fuerza, le decían: "No intentes aniquilarlos tan feroz y tan salvajemente; ten respeto al día de sábado, honrado y declarado santo por aquel que todo lo ve". (II Macabeos 15, 2)

  • Sean quebrantados con la fuerza de tu brazo los que vienen blasfemando contra tu santo pueblo". Y con esto dio fin a sus palabras. (II Macabeos 15, 24)


“Caminhe com alegria e com o coração o mais sincero e aberto que puder. E quando não conseguir manter esta santa alegria, ao menos não perca nunca o valor e a confiança em Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina