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  • Y tú anúnciales todas estas palabras y diles: El Señor ruge desde lo alto, desde su santa morada lanza su voz; ruge con fuerza contra su hacienda, lanza el grito de júbilo de los pisadores de la uva contra todos los habitantes de la tierra. (Jeremías 25, 30)

  • Los profetas que nos han precedido a ti y a mí ya desde antiguo predijeron a muchos países y a grandes reinos guerra, hambre y peste. (Jeremías 28, 8)

  • Ismael mató asimismo a todos los judíos que estaban comiendo con Godolías, y a los caldeos -eran hombres de guerra- que se encontraban allí. (Jeremías 41, 3)

  • si decís: ¡No!, nos iremos a Egipto, donde no veamos más la guerra, ni oigamos el sonido de la trompeta, ni suframos más hambre, allí nos instalaremos, (Jeremías 42, 14)

  • Por eso, vienen días -dice el Señor- en que haré resonar contra Rabat Amón el grito de guerra; quedará convertida en un montón de ruinas y sus poblaciones vecinas serán incendiadas. Entonces Israel heredará a sus herederos -dice el Señor-. (Jeremías 49, 2)

  • He recibido del Señor un mensaje, un heraldo ha sido enviado a las gentes: "Congregaos, marchad contra este pueblo, ¡en pie para la guerra!". (Jeremías 49, 14)

  • ¡Clamor de guerra en el país, desastre inmenso! (Jeremías 50, 22)

  • Empuñan arco y jabalina, son bárbaros e inexorables; su ruido es como el bramido del mar; van a caballo, armado cada uno para la guerra contra Babilonia. (Jeremías 50, 42)

  • Tú has sido un martillo en mis manos, un arma de guerra. Contigo he machacado a las naciones, contigo he destruido muchos reinos; (Jeremías 51, 20)

  • abrieron una brecha en el muro de la ciudad, y el rey y todos los hombres de guerra salieron huyendo durante la noche por el camino de la puerta situada entre los dos muros, junto al jardín del rey -los caldeos cercaban la ciudad-, y tomaron el camino de la Arabá. (Jeremías 52, 7)

  • Entre los ciudadanos hizo prisionero a un eunuco, comisario de los hombres de guerra, y a siete familiares del rey que fueron encontrados en la ciudad; al secretario del jefe del ejército, encargado del reclutamiento, y a sesenta hombres del pueblo que se encontraban en la ciudad. (Jeremías 52, 25)

  • Míranos, Señor, desde tu santa morada, atiéndenos; inclina, Señor, tu oído y escucha. (Baruc 2, 16)


“A ingenuidade e’ uma virtude, mas apenas ate certo ponto; ela deve sempre ser acompanhada da prudência. A astúcia e a safadeza, por outro lado, são diabólicas e podem causar muito mal.” São Padre Pio de Pietrelcina