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  • Te haré objeto de espanto y no existirás más. Se te buscará, pero no se te encontrará jamás, afirma el Señor Dios. (Ezequiel 26, 21)

  • he aquí que yo haré venir contra ti a extranjeros, los más feroces de los pueblos, y desenvainarán su espada contra la prez de tu sabiduría y borrarán tu esplendor. (Ezequiel 28, 7)

  • Por tanto, esto dice el Señor Dios: Mira, yo haré venir contra ti la espada y exterminaré de ti hombres y animales. (Ezequiel 29, 8)

  • yo me declaro contra ti y contra tus Nilos. Haré de Egipto un desierto desolado, desde Migdol a Siene y hasta la frontera de Etiopía. (Ezequiel 29, 10)

  • Haré de Egipto un país desolado entre tierras desiertas, y sus ciudades serán una desolación entre ciudades destruidas, durante cuarenta años. Dispersaré a los egipcios entre las naciones y los esparciré por los países. (Ezequiel 29, 12)

  • haré regresar a los cautivos de Egipto y los volveré a la tierra de Patrós, a su país de origen, donde formarán un reino humilde. (Ezequiel 29, 14)

  • Será el más débil de los reinos y no subyugará más a las naciones. Los haré pequeños para que no dominen más a otros pueblos. (Ezequiel 29, 15)

  • Aquel día haré crecer el poder de la casa de Israel y a ti te permitiré abrir la boca en medio de ellos. Y sabrán que yo soy el Señor". (Ezequiel 29, 21)

  • Devastaré a Patrós, prenderé fuego a Tanis, haré justicia en Tebas. (Ezequiel 30, 14)

  • Así haré justicia con Egipto y sabrán que yo soy el Señor". (Ezequiel 30, 19)

  • Por tanto, esto dice el Señor Dios: Aquí estoy contra el Faraón, rey de Egipto. Le despedazaré los dos brazos, el brazo sano y el que está roto, y haré que la espada caiga de su mano. (Ezequiel 30, 22)

  • Te dejaré en la tierra, en medio del campo te abandonaré. Haré posarse sobre ti todas las aves del cielo y hartaré de ti a todas las bestias de la tierra. (Ezequiel 32, 4)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina