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  • Haré aparecer señales en el cielo y en la tierra: sangre, fuego y columnas de humo. (Joel 3, 3)

  • reuniré a todas las naciones y las haré bajar al valle de Josafat, y allí las juzgaré por lo que hicieron con mi pueblo Israel, a quien dispersaron entre las gentes, y con mi tierra, que se repartieron. (Joel 4, 2)

  • Y vosotros, ¿qué tenéis que ver conmigo, Tiro, Sidón y regiones todas de Filistea? ¿Me vais a pedir cuentas acaso de mi proceder? ¿Queréis vengaros de mí? Entonces rápidamente haré recaer la venganza sobre vuestra cabeza: (Joel 4, 4)

  • Mirad, yo los reclamaré del lugar en que los vendisteis y haré recaer vuestros delitos sobre vuestra cabeza. (Joel 4, 7)

  • Pues ahora yo haré que se atasquen vuestros pies como se atasca un carro cargado de mies. (Amós 2, 13)

  • En aquel día, dice el Señor Dios, haré ponerse el sol al mediodía y en pleno día oscureceré la tierra. (Amós 8, 9)

  • Cambiaré en duelo vuestras fiestas y en lamentos todos vuestros cánticos; cubriré de saco todos vuestros lomos y toda cabeza de calvicie; haré de este duelo un duelo de hijo único, y su final será como día de amargura. (Amós 8, 10)

  • Si se ocultan en el abismo, de allí los sacará mi mano; si suben hasta el cielo, de allí los haré bajar; (Amós 9, 2)

  • Aunque te elevaras como el águila y pusieras tu nido en las estrellas, de allí te haré caer, dice el Señor. (Abdías 1, 4)

  • Haré de Samaría un montón de piedras en el campo, un lugar para plantar viñas. Haré rodar sus piedras en el valle, pondré al desnudo sus cimientos. (Miqueas 1, 6)

  • De las cojas haré un resto, de las alejadas una nación poderosa. Entonces el Señor reinará sobre ellos en el monte Sión desde ahora y por siempre. (Miqueas 4, 7)

  • Levántate y trilla, hija de Sión. Yo haré tus cuernos de hierro y de bronce tus pezuñas; triturarás a numerosos pueblos, consagrarás su botín al Señor, y sus riquezas al dueño de toda la tierra. (Miqueas 4, 13)


“Mesmo quando perdemos a consciência deste mundo, quando parecemos já mortos, Deus nos dá ainda uma chance de entender o que é realmente o pecado, antes de nos julgar. E se entendemos corretamente, como podemos não nos arrepender?” São Padre Pio de Pietrelcina