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  • Del mismo estilo hizo la propia casa, en un atrio distinto detrás del pórtico; y a la hija del Faraón, que había tomado por esposa, le hizo una casa al estilo del pórtico. (I Reyes 7, 8)

  • Faraón, rey de Egipto, se había apoderado de Guézer y le había pegado fuego matando a los cananeos que habitaban la ciudad, y la había dado luego en dote a su hija, esposa de Salomón. (I Reyes 9, 16)

  • Cuando la hija del Faraón se trasladó de la ciudad de David al palacio que le había edificado, Salomón construyó el terraplén. (I Reyes 9, 24)

  • Pero el rey Salomón, además de la hija del Faraón, amó a muchas mujeres extranjeras, moabitas, amonitas, edomitas, sidonias e hititas, (I Reyes 11, 1)

  • Reinó tres años en Jerusalén. Su madre, hija de Absalón, se llamaba Macá. (I Reyes 15, 2)

  • Reinó en Jerusalén cuarenta y un años. Su abuela, hija de Absalón, se llamaba Macá. (I Reyes 15, 10)

  • y, no bastándole imitar los pecados de Jeroboán, hijo de Nabat, tomó por esposa a Jezabel, hija de Etbaal, rey de los sidonios, y sirvió y adoró a Baal. (I Reyes 16, 31)

  • Tenía treinta y cinco años cuando subió al trono, y reinó en Jerusalén veinticinco años. Su madre, hija de Siljí, se llamaba Azubá. (I Reyes 22, 42)

  • Siguió la conducta de los reyes de Israel y de la casa de Ajab, pues estaba casado con una hija de este. Hizo lo que es malo a los ojos del Señor. (II Reyes 8, 18)

  • Tenía cuarenta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su madre, hija de Omrí, rey de Israel, se llamaba Atalía. (II Reyes 8, 26)

  • Él entró, y después de haber comido y bebido, ordenó: "Id a ver a esa maldita y sepultadla, porque es hija de reyes". (II Reyes 9, 34)

  • Pero, cuando estaban matando a los hijos del rey, Josebá, hija del rey Jorán y hermana del rey Ocozías, tomó a Joás, hijo de Ocozías, y lo escondió con su nodriza en el dormitorio. De esta manera lo libró de Atalía, que no lo mató. (II Reyes 11, 2)


“O Senhor se comunica conosco à medida que nos libertamos do nosso apego aos sentidos, que sacrificamos nossa vontade própria e que edificamos nossa vida na humildade.” São Padre Pio de Pietrelcina