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  • Pero digo además: ¿Será que Israel no se ha dado cuenta? Moisés dice: Yo os provocaré a celos de uno que no es mi pueblo, y os irritaré contra un pueblo insensato. (Romanos 10, 19)

  • con la fuerza de milagros y prodigios y con el poder del Espíritu Santo; de manera que desde Jerusalén en todas direcciones hasta Iliria he anunciado el evangelio de Cristo; (Romanos 15, 19)

  • Porque los judíos piden milagros, y los griegos buscan la sabiduría; (I Corintios 1, 22)

  • Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Es que Dios se preocupa de los bueyes? (I Corintios 9, 9)

  • y todos, al ser bautizados en la nube y en el mar, quedaron unidos a Moisés; (I Corintios 10, 2)

  • a otro el don de hacer milagros; a otro el decir profecías; a otro el saber distinguir entre los espíritus falsos y el Espíritu verdadero; a otro hablar lenguas extrañas, y a otros saber interpretarlas. (I Corintios 12, 10)

  • Y así Dios ha puesto en la Iglesia en primer lugar a los apóstoles; en segundo lugar, a los profetas; en tercero, a los maestros; luego, los que tienen el poder de hacer milagros; después, los que tienen el don de curar, de asistir a los necesitados, de gobernar, de hablar lenguas extrañas. (I Corintios 12, 28)

  • ¿Son todos apóstoles? ¿O todos profetas? ¿O todos maestros? ¿Tienen todos el poder de hacer milagros? (I Corintios 12, 29)

  • Y si el ministerio de muerte, grabado en letras sobre piedras, fue glorioso hasta el punto que los israelitas no podían mirar fijamente al rostro de Moisés a causa del resplandor, que era pasajero, (II Corintios 3, 7)

  • y no como Moisés, que se tapaba la cara con un velo para que los israelitas no se fijasen en su resplandor, que era pasajero. (II Corintios 3, 13)

  • Hasta hoy, siempre que leen a Moisés, el velo nubla su mente. (II Corintios 3, 15)

  • Lo característico del verdadero apóstol se verificó ante vosotros: paciencia constante, señales, prodigios y milagros. (II Corintios 12, 12)


“A maior caridade é aquela que arranca as pessoas vencidas pelo demônio, a fim de ganhá-las para Cristo. E isso eu faço assiduamente, noite e dia.” São Padre Pio de Pietrelcina