Found 262 Results for: monte Sinaí

  • que estén así preparados para pasado mañana, pues pasado mañana el Señor bajará al monte Sinaí a la vista de todo el pueblo. (Exodo 19, 11)

  • Señalarás al pueblo un límite alrededor diciendo: Guardaos de subir a la montaña y de tocar su falda. El que toque el monte será condenado a muerte. (Exodo 19, 12)

  • Pero nadie le pondrá la mano encima: será matado a pedradas o a flechazos. Hombre o animal, no quedará con vida. Sólo cuando suene el cuerno podrán subir al monte". (Exodo 19, 13)

  • Toda la montaña del Sinaí humeaba, porque sobre ella había descendido el Señor en medio de fuego. El humo subía como de un horno, y toda la montaña se estremecía fuertemente. (Exodo 19, 18)

  • El Señor bajó a la cima del monte Sinaí, llamó a Moisés a la cima, y Moisés subió. (Exodo 19, 20)

  • Cuando el Señor terminó de hablar a Moisés en la montaña del Sinaí, le dio las dos tablas de la ley, tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios. (Exodo 31, 18)

  • Los israelitas se despojaron de sus galas a partir del monte Horeb. (Exodo 33, 6)

  • Procura estar listo para mañana; sube de madrugada a la montaña del Sinaí y allí, en su cumbre, preséntate a mí. (Exodo 34, 2)

  • Moisés se hizo con dos tablas como las primeras, se levantó de madrugada y subió a la montaña del Sinaí, como se lo había mandado el Señor, llevando consigo las dos tablas de piedra. (Exodo 34, 4)

  • Cuando Moisés bajó de la montaña del Sinaí trayendo en sus manos las dos tablas de la ley, no sabía que la tez de su cara se había vuelto radiante durante sus conversaciones con el Señor. (Exodo 34, 29)

  • Después se acercaron a él todos los israelitas, y Moisés les ordenó todo lo que le había dicho el Señor en la montaña del Sinaí. (Exodo 34, 32)

  • Así se lo prescribió el Señor a Moisés en el monte Sinaí el día que ordenó a los israelitas en el desierto del Sinaí presentar sus ofrendas al Señor. (Levítico 7, 38)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina