Hechos, 2
30. Pero como él era profeta, sabía que Dios le había jurado que un descendiente suyo se sentaría en su trono.
30. Pero como él era profeta, sabía que Dios le había jurado que un descendiente suyo se sentaría en su trono.
“Não abandone sua alma à tentação, diz o Espírito Santo, já que a alegria do coração é a vida da alma e uma fonte inexaurível de santidade.” São Padre Pio de Pietrelcina