46. y depositaron sus piedras sobre la montaña del Templo, en un lugar conveniente, hasta que surgiera un profeta y resolviera lo que había que hacer con ellas.





“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina