18. Sacó entonces Asá toda la plata y el oro que quedaban en los tesoros de la Casa de Yahveh y en los tesoros de la casa del rey, se lo dio a sus servidores y los envió a Ben Hadad, hijo de Tabrimmón, hijo de Jezyón, rey de Aram, que habitaba en Damasco, diciendo:





“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina