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  • ¡Y yo que no tenía más sospecha que el cordero al que llevan tranquilo para matarlo! No sabía lo que estaban tramando para perderme: «Hagámosle tragar unas buenas pruebas, hasta que desaaparezca de entre los vivos, y nadie se acordará más de su nombre.» (Jeremías 11, 19)

  • Yo, Yavé, yo escudriño el corazón y sondeo las entrañas; yo doy a cada cual según su conducta y según el fruto de sus obras. (Jeremías 17, 10)

  • Pues bien, oigan lo que dice Yavé a la gente de Judá y a los habitantes de Jerusalén: Sepan que yo estoy preparando contra ustedes una desgracia. Arrepiéntanse cada uno de su mal proceder, y mejoren su conducta y sus obras.» (Jeremías 18, 11)

  • ¿Acaso asistieron a alguna reunión conmigo? ¡Entonces, que transmitan mis palabras a mi pueblo, que lo hagan volverse de su mal camino y de sus obras perversas! (Jeremías 23, 22)

  • Y no corran tras otros dioses para servirlos y para arrodillarse ante ellos; no me molesten con las obras que hacen sus manos y yo tampoco les haré mal alguno. (Jeremías 25, 6)

  • Pero ustedes se negaron a oírme, dice Yavé; más aún, me han hecho enojar con esas obras, para su propia desgracia." (Jeremías 25, 7)

  • Puede ser que al escucharte se conviertan del mal que están haciendo. En tal caso, yo también renunciaré al castigo que pensaba darles por sus malas obras. (Jeremías 26, 3)

  • Ahora bien, corrijan su conducta y mejoren sus obras, escuchen la voz de Yavé, y él no ejecutará el mal con que los amenaza. (Jeremías 26, 13)

  • grande en tus proyectos y poderoso en tus realizaciones; tú tienes los ojos fijos en la conducta de los humanos para pagar a cada uno según su conducta y según el fruto de sus obras! 20 Tú que realizaste maravillas y prodigios, primero en Egipto y luego en Israel y en la humanidad entera hasta hoy, te has hecho famoso con todo eso, como se puede ver actualmente. (Jeremías 32, 19)

  • Pues los hijos de Israel y los de Judá no han hecho otra cosa, desde su juventud, más que disgustarme; sí, los hijos de Israel no han hecho más que molestarme con las obras de sus manos, dice Yavé. (Jeremías 32, 30)

  • Conocemos su soberbia, su arrogancia, su insolencia y la altanería de su corazón. ¡Conozco bien su arrogancia!, dice Yavé, sus amenazas son puras palabras, sus obras no sirven para nada. (Jeremías 48, 30)

  • Llamen a los arqueros para que ataquen a Babilonia. Ustedes que manejan el arco, pongan sus campamentos alrededor de ella, para que nadie pueda escapar. Páguenle a ella según sus obras; todo lo que ella hizo, hagan con ella, porque se portó insolente con Yavé, con el Santo de Israel. (Jeremías 50, 29)


“Para que se preocupar com o caminho pelo qual Jesus quer que você chegue à pátria celeste – pelo deserto ou pelo campo – quando tanto por um como por outro se chegará da mesma forma à beatitude eterna?” São Padre Pio de Pietrelcina