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  • Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras: moabitas, sidonias, amonitas, edomitas y heteas. (1 Reyes 11, 1)

  • Lo mismo hizo en favor de sus mujeres extranjeras, que ofrecían perfumes y sacrificios a sus dioses. (1 Reyes 11, 8)

  • Yo he cavado pozos, he bebido en tierras extranjeras y secaré bajo la planta de mis pies todos los canales de Egipto.» (2 Reyes 19, 24)

  • Nos hemos portado mal con nuestro Dios, al casarnos con mujeres extranjeras de entre los pueblos de este país, pero Israel no queda por esto sin esperanza. (Esdras 10, 3)

  • Entonces el sacerdote Esdras se levantó y dijo: «Al casarse con mujeres extranjeras han sido rebeldes, aumentando así el delito de Israel. (Esdras 10, 10)

  • Ahora reconozcan su pecado ante Yavé, Dios de sus padres y, para cumplir su voluntad, sepárense de la gente de esta tierra y de las mujeres extranjeras.» (Esdras 10, 11)

  • Nuestros jefes podrían representar a toda la asamblea. Los que en nuestras ciudades se hayan casado con mujeres extranjeras vendrían cada cierto tiempo, acompañados de los dirigentes locales y de los jueces de cada ciudad, hasta que hayamos apartado de nosotros el enojo de nuestro Dios por causa de este asunto.» (Esdras 10, 14)

  • El primer día del primer mes terminaron de atender todos los casos de judíos que se habían casado con mujeres extranjeras. (Esdras 10, 17)

  • De entre los sacerdotes que se habían casado con mujeres extranjeras estaban los siguientes: entre los hijos de Josué, hijo de Josadac, y entre sus hermanos: Maaseías, Eliezer, Yarib y Guedalías; (Esdras 10, 18)

  • Todos éstos se habían casado con mujeres extranjeras y muchos de ellos tenían hijos de ellas. (Esdras 10, 44)

  • Entre tantas naciones no había un rey semejante a él; era amado de Dios; Dios lo había hecho rey de todo Israel y también a él lo hicieron pecar las mujeres extranjeras. (Nehemías 13, 26)

  • ¿Acaso se dirá de ustedes que cometen el mismo gran crimen de rebelarse contra nuestro Dios casándose con mujeres extranjeras?» (Nehemías 13, 27)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina