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Entonces Jesús tomó los panes, dio las gracias y los repartió entre los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, y todos recibieron cuanto quisieron. (Evangelio según San Juan 6, 11)
Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos que no se habían comido: eran las sobras de los cinco panes de cebada. (Evangelio según San Juan 6, 13)
Se acercaba la fiesta de los judíos llamada de Tiendas. (Evangelio según San Juan 7, 2)
Suban ustedes a la fiesta; yo no voy a esta fiesta, porque mi tiempo aún no ha llegado.» (Evangelio según San Juan 7, 8)
Solamente después que sus hermanos fueron a la fiesta subió él también, pero sin decirlo y como en secreto. (Evangelio según San Juan 7, 10)
Los judíos lo estaban buscando durante la fiesta y preguntaban: «¿Dónde está ése?» (Evangelio según San Juan 7, 11)
Hacia la mitad de la semana de la fiesta, Jesús subió al Templo y se puso a enseñar. (Evangelio según San Juan 7, 14)
El último día de la fiesta, que era el más solemne, Jesús, puesto en pie, exclamó con voz potente: «El que tenga sed, que venga a mí, y que beba (Evangelio según San Juan 7, 37)
Era invierno y en Jerusalén se celebraba la fiesta de la Dedicación del Templo. (Evangelio según San Juan 10, 22)
Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: «¿Qué les parece? ¿Vendrá a la fiesta?» (Evangelio según San Juan 11, 56)
Al día siguiente, muchos de los que habían llegado para la fiesta se enteraron de que Jesús también venía a Jerusalén. (Evangelio según San Juan 12, 12)
También un cierto número de griegos, de los que adoran a Dios, habían subido a Jerusalén para la fiesta. (Evangelio según San Juan 12, 20)