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Pedro preguntó: «Señor, esta parábola que has contado, ¿es sólo para nosotros o es para todos?» (Evangelio según San Lucas 12, 41)
Entonces Jesús les dijo esta parábola: (Evangelio según San Lucas 15, 3)
y se echó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole las gracias. Era un samaritano. (Evangelio según San Lucas 17, 16)
Jesús dijo esta parábola por algunos que estaban convencidos de ser justos y despreciaban a los demás. (Evangelio según San Lucas 18, 9)
Cuando Jesús estaba ya cerca de Jerusalén, dijo esta parábola, pues los que lo escuchaban creían que el Reino de Dios se iba a manifestar de un momento a otro. (Evangelio según San Lucas 19, 11)
Jesús se puso a contar a la gente esta parábola: «Un hombre plantó una viña, la arrendó a unos trabajadores y después se fue al extranjero por mucho tiempo. (Evangelio según San Lucas 20, 9)
Los maestros de la Ley y los jefes de los sacerdotes hubieran querido detenerlo en ese momento, pues habían entendido muy bien que esta parábola de Jesús aludía a ellos, pero tuvieron miedo de la multitud. (Evangelio según San Lucas 20, 19)
Los judíos le replicaron: «Tenemos razón en decir que eres un samaritano y que estás poseído por un demonio.» (Evangelio según San Juan 8, 48)
Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. (Evangelio según San Juan 10, 11)
Yo soy el Buen Pastor y conozco los míos como los mios me conocen a mí, (Evangelio según San Juan 10, 14)
La Palabra de Dios se difundía; el número de los discípulos en Jerusalén aumentaba considerablemente, e incluso un buen grupo de sacerdotes había aceptado la fe. (Hecho de los Apóstoles 6, 7)
pues era un hombre excelente, lleno del Espíritu Santo y de fe. Así fue como un buen número de gente conoció al Señor. (Hecho de los Apóstoles 11, 24)