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Por eso, dirás: Así habla el Señor: ¿Podrá florecer esa vid? ¿Acaso no se la arrancará de raíz y se cortarán sus frutos para que se sequen todos sus tiernos retoños? Sí, se secará, y no hará falta un brazo fuerte ni mucha gente para arrancarla de raíz. (Ezequiel 17, 9)
lo plantaré en la montaña más alta de Israel. Él echará ramas y producirá frutos, y se convertirá en un magnífico cedro. Pájaros de todas clases anidarán en él, habitarán a la sombra de sus ramas. (Ezequiel 17, 23)
Tu madre se parecía a una vid, plantada al borde de las aguas: desbordada de frutos y de hojas, porque el agua era abundante. (Ezequiel 19, 10)
Pero fue arrancada con furor y arrojada por el suelo. El viento del este secó sus frutos, que fueron cortados y se secaron; y el fuego devoró su rama vigorosa. (Ezequiel 19, 12)
De su rama ha salido un fuego que devoró sus ramas y sus frutos. Ya no hay en ella ninguna rama vigorosa, ningún cetro de soberanos. Esta es una lamentación, y se la canta como tal. (Ezequiel 19, 14)
Derramaré mi indignación sobre ti, atizaré contra ti el fuego de mi furor, y te entregaré en manos de gente brutal, artífices del exterminio. (Ezequiel 21, 36)
Te tratarán con odio, se apoderarán de todo el fruto de tus esfuerzos y te abandonarán completamente desnuda. Así quedará al descubierto la vergüenza de tus prostituciones. Tu lascivia y tus prostituciones (Ezequiel 23, 29)
por eso, te voy a entregar en posesión a los Orientales: ellos instalarán en ti sus campamentos y establecerán en ti sus moradas; ellos comerán tus frutos y beberán tu leche. (Ezequiel 25, 4)
Los árboles del campo darán sus frutos y la tierra dará sus productos, y ellos vivirán seguros en su propio suelo. Y cuando rompa las barras de su yugo y los libre de las manos de los que los tienen esclavizados, sabrán que yo soy el Señor. (Ezequiel 34, 27)
Ustedes, en cambio, montañas de Israel, echarán ramas y producirán frutos para mi pueblo Israel, que ya está a punto de llegar. (Ezequiel 36, 8)
Multiplicaré los frutos de los árboles y los productos de los campos, para que ya no tengan que soportar entre las naciones el oprobio del hambre. (Ezequiel 36, 30)
Al borde del torrente, sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de remedio". (Ezequiel 47, 12)