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  • Porque yo soy como un león para Efraím y como un cachorro de león para la casa de Judá. Yo, yo mismo desgarraré y me iré, me llevaré la presa y nadie me la arrancará. (Oseas 5, 14)

  • ¿Qué haré contigo, Efraím? ¿Qué haré contigo, Judá? Porque el amor de ustedes es como nube matinal, como el rocío que pronto se disipa. (Oseas 6, 4)

  • También a ti, Judá, se te ha destinado una cosecha, cuando yo cambie la suerte de mi pueblo. (Oseas 6, 11)

  • Israel se olvidó de su Creador y se construyó palacios; Judá multiplicó sus plazas fuertes, pero yo enviaré fuego a sus ciudades y él consumirá sus ciudadelas. (Oseas 8, 14)

  • Efraím era una ternera bien adiestrada, le gustaba trillar. Pero yo hice pasar el yugo sobre su hermosa cerviz: yo unciré a Efraím, Judá tendrá que arar, Jacob pasará el rastrillo. (Oseas 10, 11)

  • Efraím me ha rodeado de mentira y la casa de Israel, de falsedad. -Pero Judá está todavía cerca de Dios y se mantiene fiel al muy Santo-. (Oseas 12, 1)

  • Yo los resarciré por los años en que lo devoraron todo la langosta y el pulgón, el roedor y la oruga, mi gran ejército que envié contra ustedes. (Joel 2, 25)

  • Porque en aquellos días, en aquel tiempo, cuando yo cambie la suerte de Judá y de Jerusalén, (Joel 4, 1)

  • ¡ustedes, que vendieron los hijos de Judá y de Jerusalén a los habitantes de Javán, para alejarlos de su territorio! (Joel 4, 6)

  • Venderé a los hijos y a las hijas de ustedes, los entregaré a los hijos de Judá, y ellos los venderán a los sabeos, a una nación lejana, porque ha hablado el Señor. (Joel 4, 8)

  • Aquel día, las montañas destilarán vino nuevo y manará leche de las colinas; por todos los torrentes de Judá correrán las aguas, y brotará un manantial de la Casa del Señor, que regará el valle de las Acacias. (Joel 4, 18)

  • Egipto se convertirá en una desolación y Edóm en un desierto desolado, a causa de la violencia cometida contra las hijos de Judá, cuya sangre inocente derramaron en su país. (Joel 4, 19)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina