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¿Por qué nos quedamos quietos? Reúnanse y entremos en las plazas fuertes para perecer allí, porque el Señor, nuestro Dios, nos hace perecer y nos da de beber agua envenenada, porque hemos pecado contra el Señor. (Jeremías 8, 14)
¡Si nuestra iniquidad atestigua contra nosotros, obra, Señor, a causa de tu Nombre! Porque son muchas nuestras apostasías, hemos pecado contra ti. (Jeremías 14, 7)
Reconocemos, Señor, nuestra maldad, la iniquidad de nuestros padres, porque hemos pecado contra ti. (Jeremías 14, 20)
Cuando tú anuncies a este pueblo todas estas cosas, ellos te dirán: "¿Por qué el Señor nos amenaza con esta calamidad tan grande? ¿Cuál es nuestra iniquidad, cuál es el pecado que hemos cometido contra el Señor, nuestro Dios?". (Jeremías 16, 10)
Yo les pagaré el doble por su iniquidad y su pecado, porque ellos han profanado mi país con los cadáveres de sus ídolos y han llenado mi herencia con sus abominaciones. (Jeremías 16, 18)
El pecado de Judá está escrito con un buril de hierro, está grabado con punta de diamante sobre la tabla de su corazón y sobre los cuernos de sus altares, (Jeremías 17, 1)
Pero tú, Señor, conoces bien sus planes asesinos contra mí. ¡No les perdones su iniquidad, que su pecado no se borre de tu vista! ¡Que tropiecen delante de ti, y en el tiempo de tu ira, obra contra ellos! (Jeremías 18, 23)
Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: "Conozcan al Señor". Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande -oráculo del Señor-. Porque yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado. (Jeremías 31, 34)
Tal vez los de la casa de Judá, al enterarse de todo el mal que tengo pensado hacerles, se vuelvan cada uno de su mal camino, y así yo pueda perdonarles su iniquidad y su pecado. (Jeremías 36, 3)
y la hizo venir; él obró conforme a lo que había dicho. Porque ustedes han pecado contra el Señor y no han escuchado su voz, les ha sobrevenido esto. (Jeremías 40, 3)
¡Formen fila alrededor de Babilonia, todos ustedes, los que tensan el arco; disparen contra ella, no ahorren las flechas, porque ha pecado contra el Señor! (Jeremías 50, 14)
Jerusalén ha pecado gravemente y se ha convertido en algo inmundo. Los que la honraban la consideran despreciable, porque han visto su desnudez; también ella gime y se vuelve hacia atrás. (Lamentaciones 1, 8)