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  • Y dijo Sara: «Dios me ha dado de qué reír; todo el que lo oiga se reirá conmigo.» (Génesis 21, 6)

  • Y añadió: «¿Quién le habría dicho a Abraham que Sara amamantaría hijos?; pues bien, yo le he dado un hijo en su vejez.» (Génesis 21, 7)

  • Vio Sara al hijo que Agar la egipcia había dado a Abraham jugando con su hijo Isaac, (Génesis 21, 9)

  • Después de estas cosas, se anunció a Abraham: «También Milká ha dado hijos a tu hermano Najor: (Génesis 22, 20)

  • «Yo soy un simple forastero que reside entre vosotros. Dadme una propiedad sepulcral entre vosotros, para retirar y sepultar a mi muerta.» (Génesis 23, 4)

  • para que me dé la cueva de la Makpelá que es suya y que está al borde de su finca. Que me la dé por lo que valga en propiedad sepulcral entre vosotros.» (Génesis 23, 9)

  • Efrón estaba sentado entre los hijos de Het. Respondió, pues, Efrón el hitita a Abraham, a oídas de los hijos de Het y de todos los que entraban por la puerta de la ciudad diciendo: (Génesis 23, 10)

  • propiedad de Abraham, a la vista de los hijos de Het, y todos los que entraban por la puerta de la ciudad. (Génesis 23, 18)

  • Así aquel campo y la cueva que hay en él llegaron a ser de Abraham como propiedad sepulcral, recibida de los hijos de Het. (Génesis 23, 20)

  • Tomó el siervo diez camellos de los de su señor y de las cosas mejores de su señor y se puso en marcha hacia Aram Naharáyim, hacia la ciudad de Najor. (Génesis 24, 10)

  • Hizo arrodillar al los camellos fuera de la ciudad junto al pozo, al atardecer, a la hora de salir las aguadoras, (Génesis 24, 11)

  • Voy a quedarme parado junto a la fuente, mientras las hijas de los ciudadanos salen a sacar agua. (Génesis 24, 13)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina