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  • ¡Entrega, pues, a sus hijos al hambre, abandónalos a merced de la espada! ¡Quédense sus mujeres sin hijos y sin marido! ¡Mueran de peste sus hombres, y sus jóvenes atravesados por la espada en la guerra! (Jeremías 18, 21)

  • Entonces las jóvenes se alegrarán bailando, jóvenes y viejos vivirán felices; cambiaré su luto en alegría; los consolaré, los alegraré después de su dolor. (Jeremías 31, 13)

  • Sí, en sus plazas caerán sus jóvenes, y todos sus guerreros perecerán aquel día -dice el Señor omnipotente-. (Jeremías 49, 26)

  • Por eso caerán en sus calles sus jóvenes y todos sus guerreros perecerán aquel día -dice el Señor-. (Jeremías 50, 30)

  • ¡No entese el arquero su arco, ni se cubra con su coraza! No perdonéis a sus jóvenes, aniquilad todo su ejército. (Jeremías 51, 3)

  • Pero el Señor es muy justo, porque yo me rebelé contra sus leyes. ¡Oh, escuchad, pueblos todos, y mirad mi dolor; mis doncellas y mis jóvenes han marchado al destierro! (Lamentaciones 1, 18)

  • Por tierra yacían en las calles niños y ancianos; mis doncellas y mis jóvenes cayeron a cuchillo; ¡has sembrado muerte en el día de tu ira, has degollado sin compasión! (Lamentaciones 2, 21)

  • Los ancianos han dejado de acudir a la puerta, han dejado sus músicas los jóvenes. (Lamentaciones 5, 14)

  • otros más jóvenes han visto la luz y han vivido en la tierra; pero el camino de la ciencia no lo han conocido, (Baruc 3, 20)

  • Matad a ancianos, jóvenes, doncellas, niños y mujeres, hasta el exterminio. Pero no toquéis a los que tengan la cruz en la frente. Empezad por mi santuario". Empezaron, pues, por los ancianos que estaban delante del templo. (Ezequiel 9, 6)

  • de vestidos de púrpura, gobernadores y lugartenientes, todos ellos jóvenes apuestos y ágiles caballeros. (Ezequiel 23, 6)

  • Se enamoró locamente de los asirios, gobernadores y lugartenientes, vecinos suyos, de vestidos espléndidos, ágiles caballeros y jóvenes apuestos todos ellos. (Ezequiel 23, 12)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina