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Ha destrozado su recinto semejante a un jardín, ha derruido el lugar de su reunión. El Señor ha hecho olvidar en Sión fiestas y sábados; ha desechado, en el ardor de su ira, a rey y sacerdotes. (Lamentaciones 2, 6)
Fue por los pecados de sus profetas, por las iniquidades de sus sacerdotes, que en medio de ella derramaban la sangre de los justos. (Lamentaciones 4, 13)
El rostro del Señor los dispersó, no volverá a mirarlos. No hubo respeto para los sacerdotes, ni se tuvo piedad de los ancianos. (Lamentaciones 4, 16)
y lo mandaron a Jerusalén, al sacerdote Joaquín, hijo de Jelcías, hijo de Salón, a los demás sacerdotes y al resto del pueblo que se encontraban con él en Jerusalén. (Baruc 1, 7)
para nuestros reyes, nuestros príncipes, nuestros sacerdotes, nuestros profetas y nuestros padres. (Baruc 1, 16)
A veces los sacerdotes roban a sus dioses oro y plata para sus propios gastos, e incluso pagan con ello a las prostitutas del templo. (Baruc 6, 9)
Como a uno que ha ofendido al rey y está para ser ajusticiado se lo tiene bien encerrado por todas partes, así los sacerdotes aseguran los templos de estos dioses con puertas, cerrojos y trancas, para que no sean saqueados por los ladrones. (Baruc 6, 17)
Las ofrendas que les hacen, los sacerdotes las venden para su provecho, otra parte la ponen en conserva sus mujeres, sin repartir nada al pobre y al enfermo. Y las mujeres que acaban de dar a luz y las que están en estado de menstruación tocan esas ofrendas. (Baruc 6, 27)
Y en sus templos los sacerdotes están sentados, con las túnicas desgarradas, las cabezas y las barbas rapadas y con la cabeza descubierta; (Baruc 6, 30)
Los sacerdotes toman las ropas de sus dioses para vestir a sus mujeres y a sus hijos. (Baruc 6, 32)
Cuando sobreviene una guerra o alguna calamidad, los sacerdotes andan pensando dónde refugiarse con sus dioses. (Baruc 6, 48)
Y si llega a prenderse fuego el templo de esos dioses de madera, dorados o plateados, sus sacerdotes escaparán y se pondrán a salvo; pero ellos se quedarán como postes, presa de las llamas. (Baruc 6, 54)