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Palabra que el profeta Jeremías dirigió a Baruc, hijo de Nerías, cuando éste escribió en un libro estas palabras dictadas de labios de Jeremías, el año cuarto de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá: (Jeremías 45, 1)
Palabra del Señor dirigida al profeta Jeremías sobre las naciones. (Jeremías 46, 1)
Palabra que el Señor dirigió al profeta Jeremías cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino con ánimo de atacar a Egipto. (Jeremías 46, 13)
Palabra del Señor que fue dirigida al profeta Jeremías acerca de los filisteos, antes que el Faraón tomase Gaza. (Jeremías 47, 1)
Palabra del Señor dirigida al profeta Jeremías sobre Elán, al comienzo del reinado de Sedecías, rey de Judá. (Jeremías 49, 34)
Palabra pronunciada por el Señor sobre Babilonia y sobre el país de los caldeos por boca del profeta Jeremías. (Jeremías 50, 1)
Orden dada por el profeta Jeremías a Serayas, hijo de Nerías, hijo de Majsías, cuando partió con Sedecías, rey de Judá, a Babilonia, el año cuarto de su reinado. Serayas era el mayordomo de viaje. (Jeremías 51, 59)
Mira, Señor, y considera: ¿a quién has tratado alguna vez así? ¡Ay! ¡Las madres han comido a sus vástagos, a los hijos de sus caricias! ¡Fueron asesinados en el santuario del Señor sacerdote y profeta! (Lamentaciones 2, 20)
Escuchen o no escuchen -puesto que son una raza de rebeldes-, sabrán que en medio de ellos se encuentra un profeta. (Ezequiel 2, 5)
Vendrá desgracia sobre desgracia, una mala noticia detrás de otra. Pedirán al profeta una visión; la ley se habrá ausentado del sacerdote, de los ancianos el consejo. (Ezequiel 7, 26)
Por eso, anúnciales: Esto dice el Señor Dios: A todo aquel de la casa de Israel que haya acogido a sus ídolos en su corazón y tenga ante sus ojos el incentivo de su pecado y luego se presente al profeta, le responderé yo mismo, el Señor, a pesar de la multitud de sus ídolos, (Ezequiel 14, 4)
Porque a todo aquel de la casa de Israel o de los extranjeros que viven en Israel que se aleje de mí y meta sus ídolos en su corazón, teniendo así ante los ojos el incentivo de su pecado, y venga luego al profeta para consultarme, yo mismo, el Señor, le daré respuesta. (Ezequiel 14, 7)