Löydetty 292 Tulokset: Mujeres

  • Por eso Yavé castigará con terribles azotes a tu pueblo, tus hijos, tus mujeres, y todos tus bienes; (2 Crónicas 21, 14)

  • Subieron contra Judá y lo invadieron, llevándose todas las riquezas que hallaron en la casa del rey y también a sus hijos y a sus mujeres, no dejándole otro hijo que Ocozías, el menor. (2 Crónicas 21, 17)

  • Este lo casó con dos mujeres y le nacieron hijos e hijas. (2 Crónicas 24, 3)

  • Los hijos de Israel se llevaron de entre sus hermanos de Judá a doscientos mil prisioneros: mujeres, hijos e hijas; se apoderaron también de un enorme botín que se llevaron a Samaria. (2 Crónicas 28, 8)

  • Por eso han caído a espada nuestros padres; y nuestros hijos, hijas y mujeres han sido llevados presos. (2 Crónicas 29, 9)

  • Hubo que inscribir a todos sus niños, sus mujeres, sus hijos e hijas, junto con toda la asamblea, mientras ellos permanecían atareados en las cosas sagradas. (2 Crónicas 31, 18)

  • Mantenían también 200 cantores, entre hombres y mujeres. (Esdras 2, 65)

  • Pues tomaron de entre ellos mujeres para sí y para sus hijos y mezclaron su raza santa con la de los habitantes de esta tierra. Incluso los jefes y magistrados fueron los primeros en cometer este pecado.» (Esdras 9, 2)

  • Mientras que Esdras, postrado ante la Casa de Dios, lloraba, rezaba y hacía esta confesión, una inmensa muchedumbre de hombres, mujeres y niños de Israel se juntaron cerca de él; y este pueblo lloraba copiosamente. (Esdras 10, 1)

  • Nos hemos portado mal con nuestro Dios, al casarnos con mujeres extranjeras de entre los pueblos de este país, pero Israel no queda por esto sin esperanza. (Esdras 10, 3)

  • Entonces el sacerdote Esdras se levantó y dijo: «Al casarse con mujeres extranjeras han sido rebeldes, aumentando así el delito de Israel. (Esdras 10, 10)

  • Ahora reconozcan su pecado ante Yavé, Dios de sus padres y, para cumplir su voluntad, sepárense de la gente de esta tierra y de las mujeres extranjeras.» (Esdras 10, 11)


“As almas não são oferecidas como dom; compram-se. Vós ignorais quanto custaram a Jesus. É sempre com a mesma moeda que é preciso pagá-las”. São Padre Pio de Pietrelcina