Löydetty 368 Tulokset: Mundo
que arriesgaron su vida para salvar la mía. Yo les estoy muy agradecido, y lo están también todas las Iglesias del mundo pagano. (Carta a los Romanos 16, 4)
Sabios, entendidos, teóricos de este mundo: ¡cómo quedan puestos! ¿Y la sabiduría de este mundo? Dios la dejó como loca. (1º Carta a los Corintios 1, 20)
Pues el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios cuando ponía por obra su sabiduría; entonces a Dios le pareció bien salvar a los creyentes con esta locura que predicamos. (1º Carta a los Corintios 1, 21)
Dios ha elegido lo que el mundo considera necio para avergonzar a los sabios, y ha tomado lo que es débil en este mundo para confundir lo que es fuerte. (1º Carta a los Corintios 1, 27)
Dios ha elegido lo que es común y despreciado en este mundo, lo que es nada, para reducir a la nada lo que es. (1º Carta a los Corintios 1, 28)
Es verdad que con los perfectos hablamos de sabiduría, pero es una sabiduría que no procede de este mundo ni de sus cabezas, ya que han sido eliminados. (1º Carta a los Corintios 2, 6)
Esta sabiduría no fue conocida por ninguna de las cabezas de este mundo, pues de haberla conocido, no habrían crucificado al Señor de la Gloria. (1º Carta a los Corintios 2, 8)
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, y por él entendemos lo que Dios nos ha regalado. (1º Carta a los Corintios 2, 12)
Que nadie se engañe. Si uno es sabio según el mundo y pasa por tal entre ustedes, que se haga tonto y llegará a ser sabio. (1º Carta a los Corintios 3, 18)
Porque la sabiduría de este mundo es tontería a los ojos de Dios. Ya lo dijo la Escritura: Dios atrapa a los sabios en su propia sabiduría. (1º Carta a los Corintios 3, 19)
ya sea Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente y lo futuro, todo es de ustedes. (1º Carta a los Corintios 3, 22)
Porque me parece que a nosotros, los apóstoles, Dios nos ha colocado en el último lugar, como condenados a muerte; somos un espectáculo divertido para el mundo, para los ángeles y para los hombres. (1º Carta a los Corintios 4, 9)