Löydetty 917 Tulokset: Promesa de David

  • Y David dice: Que sus banquetes sean trampa y un lazo, una piedra donde caigan ellos mismos y encuentren ahí su castigo. (Carta a los Romanos 11, 9)

  • La Escritura anticipó que Dios daría a los paganos la verdadera rectitud por el camino de la fe. Por eso Abrahán recibió esta promesa: La bendición pasará de ti a todas las naciones. (Carta a los Gálatas 3, 8)

  • De este modo la bendición de Abrahán alcanzó a las naciones paganas en Cristo Jesús: por la fe recibimos la promesa, que es el Espíritu. (Carta a los Gálatas 3, 14)

  • Ahora digo lo siguiente: si Dios ha hecho un testamento en debida forma, la Ley, que vino cuatrocientos treinta años después, no pudo anularlo ni dejar sin efecto la promesa de Dios. (Carta a los Gálatas 3, 17)

  • Si la herencia es el fruto de la Ley, ya no es fruto de la promesa, y precisamente la herencia era promesa y don de Dios a Abrahán. (Carta a los Gálatas 3, 18)

  • Entonces, ¿para qué la Ley? Fue añadida con miras a las desobediencias; pero solamente valía hasta que llegara ese descendiente de Abrahán para quien era la promesa, y fueron ángeles los que la concertaron, haciendo de mediador Moisés (Carta a los Gálatas 3, 19)

  • Y si ustedes son de Cristo, también son descendencia de Abrahán, y los herederos de la promesa. (Carta a los Gálatas 3, 29)

  • El hijo de la esclava le nació como cualquier ser humano, mientras que el hijo de la libre se lo debía a una promesa de Dios. (Carta a los Gálatas 4, 23)

  • Hermanos, ustedes, como Isaac, son hijos de la promesa. (Carta a los Gálatas 4, 28)

  • que en Cristo Jesús los pueblos paganos tienen derecho a la herencia, que ya no están aparte, y que van a gozar de la promesa. Esta es la Buena Nueva (Carta a los Efesios 3, 6)

  • Es, además, el primer mandamiento que va acompañado de una promesa: (Carta a los Efesios 6, 2)

  • Acuérdate de Cristo Jesús, descendiente de David y resucitado de entre los muertos, según mi evangelio. (2º Carta a Timoteo 2, 8)


“Deve-se caminhar em nuvens cada vez que se termina uma confissão!” São Padre Pio de Pietrelcina