Löydetty 49 Tulokset: Vientre

  • Pero Asael no quiso apartarse, y Abner le atravesó el vientre con la lanza, que salió por la espalda. Allí mismo cayó y murió. Todos los que pasaban se detenían en el lugar donde Asael había caído muerto. (2 Samuel 2, 23)

  • Amasá no vió la espada que Joab tenía en la mano, y éste lo hirió en el vientre, derramando sus entrañas en el suelo; no tuvo que repetir el golpe, pues Amasá murió. Luego Joab y su hermano Abisaí siguieron en persecución de Sebá, hijo de Bikrí. (2 Samuel 20, 10)

  • Jazael le preguntó: «¿Por qué lloras, mi señor?» Le respondió: «Porque acabo de ver el mal que harás a los hijos de Israel: pasarás a fuego sus fortalezas, matarás a espada a sus jóvenes, aplastarás a sus niños y abrirás el vientre a sus mujeres embarazadas.» (2 Reyes 8, 12)

  • Entonces, Menajem se apoderó de Tapuaj y mató a todos sus habitantes, devastando su territorio desde Tirsá, porque no quisieron abrirle las puertas. Y a todas las mujeres embarazadas les abrió el vientre. (2 Reyes 15, 16)

  • tú mismo padecerás una enfermedad en el vientre tan maligna, que irás echando las entrañas poco a poco un día tras otro.» (2 Crónicas 21, 15)

  • Después de todo esto lo hirió Yavé con una enfermedad incurable en el vientre (2 Crónicas 21, 18)

  • pues no me cerró la puerta del vientre de mi madre para así ahorrarme a la salida la miseria. (Job 3, 10)

  • Sería como si no hubiese existido nunca y me habrían llevado del vientre materno al sepulcro. (Job 10, 19)

  • Quien concibe el mal da a luz la desgracia, en su propio vientre madura la decepción.» (Job 15, 35)

  • Tiene que vomitar las riquezas que tragó, Dios las hace salir de su vientre. (Job 20, 15)

  • Porque su vientre se mostró insaciable, nadie podía resistir a su apetito (Job 20, 20)

  • Cuando está llenándose el vientre, Dios desencadena sobre él su ira y hace llover sus flechas sobre él. (Job 20, 23)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina