Löydetty 1053 Tulokset: Vio

  • El jefe de la guardia fue con sus ayudantes y los trajeron, pero sin violencia, porque tenían miedo de ser apedreados por el pueblo. (Hecho de los Apóstoles 5, 26)

  • Al día siguiente vio a dos israelitas que se estaban peleando y trató de pacificarlos diciéndoles: "Ustedes son hermanos, ¿por qué se hacen daño el uno al otro?" (Hecho de los Apóstoles 7, 26)

  • A este Moisés, al que rechazaron diciendo: "¿Quién te nombró jefe y juez?", Dios lo envió como jefe y libertador, con la asistencia del ángel que se le apareció en la zarza. (Hecho de los Apóstoles 7, 35)

  • Pero él, lleno del Espíritu Santo, fijó sus ojos en el cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús a su derecha, (Hecho de los Apóstoles 7, 55)

  • Apenas salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y el etíope no volvió a verlo. Prosiguió, pues, su camino con el corazón lleno de gozo. (Hecho de los Apóstoles 8, 39)

  • Saulo no desistía de su rabia, proyectando violencias y muerte contra los discípulos del Señor. Se presentó al sumo sacerdote (Hecho de los Apóstoles 9, 1)

  • Mientras iba de camino, ya cerca de Damasco, le envolvió de repente una luz que venía del cielo. (Hecho de los Apóstoles 9, 3)

  • Pedro hizo salir a todos, se puso de rodillas y oró. Luego se volvió al cadáver y dijo: «Tabita, levántate.» (Hecho de los Apóstoles 9, 40)

  • Les explicó todo y los envió a Jope. (Hecho de los Apóstoles 10, 8)

  • Vio el cielo abierto y algo que descendía del cielo: era como una tienda de campaña grande, cuyas cuatro puntas venían a posarse sobre el suelo. (Hecho de los Apóstoles 10, 11)

  • Entonces Pedro volvió en sí y dijo: «Ahora no cabe duda: el Señor ha enviado su ángel para rescatarme de las manos de Herodes y de todo lo que proyectaban los judíos contra mí.» (Hecho de los Apóstoles 12, 11)

  • Un día, como escuchaba el discurso de Pablo, éste fijó en él su mirada y vio que aquel hombre tenía fe para ser sanado. (Hecho de los Apóstoles 14, 9)


“De todos os que vierem pedir meu auxílio, nunca perderei nenhum!” São Padre Pio de Pietrelcina