Löydetty 19 Tulokset: acostado

  • Entonces el sacerdote pedirá a la mujer que repita esta maldición: «Si nadie más que tu marido se ha acostado contigo y no te has descarriado con otro hombre, esta agua amarga que trae la maldición manifestará tu inocencia. (Números 5, 19)

  • Si se sorprende a un hombre acostado con una mujer casada, morirán los dos, el adúltero y la adúltera. Así harás desaparecer el mal de Israel. (Deuteronomio 22, 22)

  • Cierto día, Helí estaba acostado en su habitación, sus ojos iban debilitándose y ya no podía ver. (1 Samuel 3, 2)

  • Aún no estaba apagada la lámpara de Dios, y Samuel estaba acostado en el Templo de Yavé, donde se encontraba el Arca de Dios. (1 Samuel 3, 3)

  • Samuel continuó acostado hasta la mañana y después abrió las puertas de la Casa de Yavé. Samuel no se atrevía a contarle a Helí lo que había presenciado, (1 Samuel 3, 15)

  • David y Abisay se dirigieron de noche al campamento y hallaron a Saúl que dormía acostado en el centro del campamento con su lanza clavada en tierra a su cabecera; Abner y los demás gente dormían en torno a él. (1 Samuel 26, 7)

  • Saúl había tenido una concubina llamada Risfá, hija de Avyá, y Abner la tomó para sí. Isbaal entonces dijo a Abner: «¿Por qué te has acostado con la concubina de mi padre?» (2 Samuel 3, 7)

  • Recab y su hermano Baamá entraron, pues, sin ser vistos al dormitorio de la casa donde Isbaal estaba acostado. Lo golpearon mortalmente, le cortaron la cabeza y caminaron toda la noche por la ruta de Arabá. (2 Samuel 4, 7)

  • Ella fue a casa de su hermano, que estaba acostado; tomó harina, la amasó y preparó las tortas delante de él. (2 Samuel 13, 8)

  • El hijo de esta mujer murió ahogado durante la noche, porque ella se había acostado sobre él. (1 Reyes 3, 19)

  • Cuando Ajab se hubo acostado con sus padres, su hijo Ocozías le sucedió. (1 Reyes 22, 40)

  • Cuando llegó Eliseo a la casa, el niño muerto estaba acostado en su cama. (2 Reyes 4, 32)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina