Löydetty 581 Tulokset: batalla en el cielo
Avanzaron para combatir contra Benjamín y se pusieron en orden de batalla frente a Guibea. (Jueces 20, 20)
Entonces el pueblo, la tropa de Israel, recobró su valor y volvió a ponerse en orden de batalla en el mismo lugar que el primer día. (Jueces 20, 23)
Al tercer día, los hijos de Israel marcharon contra Guibea y se pusieron en orden de batalla como las otras veces. (Jueces 20, 30)
A esta señal entrarían a pelear los israelitas. Así, pues, los que huían de Israel se dieron vuelta cuando los de Benjamín les habían matado como treinta hombres, y se decían: «Están ya derrotados como en la primera batalla.» (Jueces 20, 39)
Entonces, la señal de humo comenzó a subir de la ciudad y Benjamín, mirando atrás, vio que las llamas de toda la ciudad subían al cielo. (Jueces 20, 40)
Volvieron la espalda ante la gente de Israel y huyeron camino del desierto, pero la batalla se les echó encima y los que venían de la ciudad los exterminaban. (Jueces 20, 42)
Los filisteos se pusieron en orden de batalla contra Israel. (1 Samuel 4, 2)
Luego de un rudo combate, los israelitas fueron derrotados, dejando muertos en el campo de batalla alrededor de cuatro mil hombres. Volvió el ejército al campamento, y los jefes de Israel se preguntaban por qué Yavé había dejado que fueran derrotados por los filisteos. Y se dijeron: «Vamos a Silo a buscar el Arca de nuestro Dios. Así estará ella con nosotros y nos salvará de nuestros enemigos.» (1 Samuel 4, 3)
Un hombre de la tribu de Benjamín se escapó del frente de batalla y llegó el mismo día a Silo con la ropa hecha tiras y la cabeza cubierta de polvo. (1 Samuel 4, 12)
El hombre dijo a Helí: «Soy yo que acabo de llegar del campo de batalla, de donde logré hoy escapar.» Helí le preguntó: «¿Qué pasó, hijo?» (1 Samuel 4, 16)
Los que no murieron fueron atacados de tumores y los gritos de angustia de cada ciudad llegaban hasta el cielo. (1 Samuel 5, 12)
Y ocurrió que el día de la batalla de Micmas, ninguno de los que estaban con Saúl y Jonatán tenía espada ni lanza; se encontró, sin embargo, para Saúl y su hijo Jonatán. (1 Samuel 13, 22)