Löydetty 2803 Tulokset: construir casa sobre roca

  • Y Oí una voz potente que desde el Santuario gritaba a los siete ángeles: «Vayan y derramen sobre la tierra las siete copas del furor de Dios.» (Apocalipsis 16, 1)

  • Salió el primero, vació su copa sobre la tierra y se produjeron úlceras malignas y dolorosas en las personas que llevaban la marca de la bestia y se postraban ante su imagen. (Apocalipsis 16, 2)

  • El segundo ángel vació su copa sobre el mar, y hubo sangre como de desangrado, y todo lo que vive en el mar pereció. (Apocalipsis 16, 3)

  • El tercer ángel vació su copa sobre los ríos y sobre los manantiales de agua, que se convirtieron en sangre. (Apocalipsis 16, 4)

  • El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, y su calor comenzó a quemar a la gente. (Apocalipsis 16, 8)

  • Los hombres fueron abrasados y empezaron a insultar a Dios, que tiene poder sobre tales plagas, en vez de reconocerle y darle gloria. (Apocalipsis 16, 9)

  • El quinto ángel vació su copa sobre el trono de la bestia, y al instante su reino quedó sumido en tinieblas y la gente se mordía la lengua de dolor. (Apocalipsis 16, 10)

  • Se produjeron relámpagos, retumbar de truenos y un violento terremoto. Nunca hubo terremoto tan violento como éste desde que hay hombres sobre la tierra. (Apocalipsis 16, 18)

  • Enormes granizos como de un quintal cayeron del cielo sobre la gente, y los hombres insultaron a Dios por la desastrosa granizada, pues fue una plaga tremenda. (Apocalipsis 16, 21)

  • El ángel me llevó en espíritu al desierto: era una nueva visión. Había allí una mujer sentada sobre una bestia de color rojo, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Esta bestia estaba cubierta de títulos y frases que ofendían a Dios. (Apocalipsis 17, 3)

  • A ver si ustedes lo adivinan. Las siete cabezas son siete colinas sobre las que la mujer está asentada. (Apocalipsis 17, 9)

  • Esa mujer que has visto es la Gran Ciudad, la que reina sobre los reyes del mundo entero.» (Apocalipsis 17, 18)


“Temos muita facilidade para pedir, mas não para agradecer”. São Padre Pio de Pietrelcina