Löydetty 67 Tulokset: libros sagrados

  • No piensen que nos sentimos ahora en apuros, pues encontramos consuelo en nuestros Libros Sagrados. (1 Macabeos 12, 9)

  • Devolvió al templo su esplendor y aumentó el número de los vasos sagrados. (1 Macabeos 14, 15)

  • Este hecho se leía también en los archivos y en las Memorias del tiempo de Nehemías. Ahí contaban que Nehemías inició una biblioteca y reunió los libros referentes a los reyes y a los profetas, los de David y las cartas de los reyes relativas a las ofrendas. (2 Macabeos 2, 13)

  • De igual modo Judas acaba de reunir todos los libros dispersos a consecuencia de la guerra que sufrimos, los cuales están en nuestras manos. (2 Macabeos 2, 14)

  • Todo esto, expuesto en cinco libros por Jasón de Cirene, intentaremos nosotros resumirlo en uno solo. (2 Macabeos 2, 23)

  • Pues comprobamos que estos libros contienen muchísimas cifras y sabemos que, a los que quieren estudiar la historia, se les hace difícil informarse de tantos hechos; (2 Macabeos 2, 24)

  • Inmediatamente fueron ejecutados los que habían defendido la causa de la ciudad, del pueblo y los vasos sagrados. (2 Macabeos 4, 48)

  • Con sus manos manchadas tomó los vasos sagrados y arrebató con sus manos profanas los objetos que otros reyes habían regalado para gloria y honor del Templo. (2 Macabeos 5, 16)

  • Ahora prometía adornarlo ricamente, devolverle en mayor número los vasos sagrados y pagar todos los gastos de los sacrificios. (2 Macabeos 9, 16)

  • Destruyeron los altares levantados por los extranjeros en las plazas, así como en los recintos sagrados. Purificado el Templo, hicieron otro altar y, después de sacar fuego del pedernal, ofrecieron sacrificios (2 Macabeos 10, 2)

  • No le añadas nada, hijo mío: ¿para qué más y más libros? Esto no tiene fin, y el demasiado estudio agota al cuerpo. (Eclesiastés (Qohelet) 12, 12)

  • Ustedes se avergonzarán de los árboles sagrados que tanto les gustan, y se pondrán colorados al ver los jardines que tanto les encantan. (Isaías 1, 29)


“Devemos odiar os nossos pecados, visto que o amor ao Senhor significa paz”. São Padre Pio de Pietrelcina