Löydetty 127 Tulokset: 1 samuel 3

  • y dijeron a Samuel: "No ceses de clamar por nosotros al Señor, nuestro Dios, para que nos salve del poder de los filisteos". (I Samuel 7, 8)

  • Entonces Samuel tomó un corderito y lo ofreció entero en holocausto al Señor. Luego clamó al Señor en favor de Israel, y el Señor lo escuchó. (I Samuel 7, 9)

  • Mientras Samuel ofrecía el holocausto, los filisteos se acercaron a combatir contra Israel. Pero aquel día, el Señor lanzó sus truenos con gran fragor sobre los filisteos. Así sembró la confusión entre ellos, y fueron desbaratados por Israel. (I Samuel 7, 10)

  • Samuel tomó una piedra, la colocó entre Mispá y El Diente, y la llamó Eben Ezer -que significa "Piedra del socorro"- porque dijo: "Hasta aquí nos ha socorrido el Señor". (I Samuel 7, 12)

  • Así fueron abatidos los filisteos, y ya no volvieron a incursionar en territorio de Israel. Mientras vivió Samuel, la mano del Señor se hizo sentir sobre los filisteos. (I Samuel 7, 13)

  • Samuel juzgó a Israel todos los días de su vida. (I Samuel 7, 15)

  • Cuando Samuel envejeció, puso a sus hijos como jueces de Israel. (I Samuel 8, 1)

  • Entonces se reunieron todos los ancianos de Israel y acudieron a Samuel en Ramá. (I Samuel 8, 4)

  • A Samuel le disgustó que le dijeran: "Danos un rey para que nos gobierne", y oró al Señor. (I Samuel 8, 6)

  • El Señor dijo a Samuel: "Escucha al pueblo en todo lo que ellos digan, porque no es a ti a quien rechazan: me rechazan a mí, para que no reine más sobre ellos. (I Samuel 8, 7)

  • Samuel comunicó todas las palabras del Señor al pueblo que le pedía un rey, (I Samuel 8, 10)

  • El pueblo se negó a escuchar la voz de Samuel, e insistió: "¡No! Habrá un rey sobre nosotros, (I Samuel 8, 19)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina