Löydetty 66 Tulokset: Desaparecer
Al que difama en secreto a su prójimo lo hago desaparecer; al de mirada altiva y corazón soberbio no lo puedo soportar. (Salmos 101, 5)
Hago desaparecer día tras día a los malvados del país, para extirpar de la Ciudad del Señor a todos los que hacen el mal. (Salmos 101, 8)
Por poco me hacen desaparecer de la tierra; pero yo no abandono tus preceptos. (Salmos 119, 87)
A algunas las arrasó y las hizo desaparecer, y borró hasta su recuerdo de la tierra. (Eclesiástico 10, 17)
Pero el Señor no renuncia jamás a su misericordia ni deja que se pierda ninguna de sus palabras: él no hará desaparecer la posteridad de su elegido, ni exterminará la estirpe de aquel que lo amó. Por eso, le dio un resto a Jacob, y a David una raíz nacida de él. (Eclesiástico 47, 22)
Los muertos no revivirán, las Sombras no se levantarán: tú has intervenido para exterminarlos, hiciste desaparecer hasta su recuerdo. (Isaías 26, 14)
Ellos han arrojado sus dioses al fuego, porque no son dioses, sino obra de las manos del hombre, nada más que madera y piedra. Por eso los hicieron desaparecer. (Isaías 37, 19)
Y yo haré desaparecer de las ciudades de Judá y de las calles de Jerusalén el grito de alegría y el grito de júbilo, el canto del esposo y el canto de la esposa, porque el país se convertirá en una ruina. (Jeremías 7, 34)
Pero si no escuchan, yo arrancaré a esa gente: la arrancaré y la haré desaparecer -oráculo del Señor-. (Jeremías 12, 17)
Porque así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo haré desaparecer de este lugar, ante los ojos de ustedes y en sus propios días, el grito de alegría y el grito de júbilo, el canto del esposo y el canto de la esposa. (Jeremías 16, 9)
Haré desaparecer de entre ellos el grito de alegría y el grito de júbilo, el canto del esposo y el canto de la esposa, el ruido del molino y la luz de la lámpara. (Jeremías 25, 10)
En cuanto a la nación o al reino que no lo sirva a él, a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que no someta su cuello al yugo del rey de Babilonia, yo castigaré a esa nación con la espada, el hambre y la peste -oráculo del Señor- hasta hacerla desaparecer completamente por medio de él. (Jeremías 27, 8)