Löydetty 271 Tulokset: Herencia

  • Finalmente, Josué despidió a todo el pueblo, y cada uno volvió a su herencia. (Josué 24, 28)

  • Lo enterraron en el territorio que había recibido en herencia, en Timnat Séraj, en la montaña de Efraím, al norte del monte Gaás. (Josué 24, 30)

  • Josué despidió al pueblo, y los israelitas se fueron cada uno a su herencia, para tomar posesión del país. (Jueces 2, 6)

  • Pero como Galaad también tuvo hijos con su esposa, estos, cuando se hicieron grandes, echaron a Jefté, diciéndole: "Tú no participarás de la herencia en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer". (Jueces 11, 2)

  • En aquel tiempo no había rey en Israel. Y por aquel entonces, la tribu de Dan buscaba un territorio donde establecerse, porque hasta ese momento no le había tocado ninguna herencia entre las tribus de Israel. (Jueces 18, 1)

  • Yo tomé a mi concubina, la corté en pedazos y envié esos pedazos a todo el territorio de la herencia de Israel, porque se había cometido una depravación y una infamia en Israel. (Jueces 20, 6)

  • Así lo hicieron los benjaminitas: entre las jóvenes danzantes que habían secuestrado, tomaron las mujeres que necesitaban. Después se fueron de vuelta a su herencia, reedificaron las ciudades y se establecieron en ellas. (Jueces 21, 23)

  • Al mismo tiempo, los israelitas se reintegraron cada uno a su tribu y a su clan; partieron de allí, y se fue cada uno a su herencia. (Jueces 21, 24)

  • Él levanta del polvo al desvalido y alza al pobre de la miseria, para hacerlos sentar con los príncipes y darles en herencia un trono de gloria; porque del Señor son las columnas de la tierra y sobre ellas afianzó el mundo. (I Samuel 2, 8)

  • Samuel tomó el frasco de aceite y lo derramó sobre la cabeza de Saúl. Luego lo besó y dijo: "¡El Señor te ha ungido como jefe de su herencia! (I Samuel 10, 1)

  • Que mi señor, el rey, se digne escuchar ahora las palabras de su servidor: Si es el Señor el que te instiga contra mí, que le sea aceptable el aroma de una oblación. Pero si son los hombres, ¡malditos sean delante del Señor!, porque hoy me expulsan y me impiden participar de la herencia del Señor, diciéndome: ‘¡Ve a servir a otros dioses!’. (I Samuel 26, 19)

  • Seguramente el rey consentirá en librarme del hombre que quiere extirparnos, a mí y a mi hijo, de la herencia de Dios’. (II Samuel 14, 16)


“Meu Deus, perdoa-me. Nunca Te ofereci nada na minha vida e, agora, por este pouco que estou sofrendo, em comparação a tudo o que Tu sofreste na Cruz, eu reclamo injustamente!” São Padre Pio de Pietrelcina