Löydetty 229 Tulokset: Josué

  • Entonces el Señor dijo a Moisés: "Ya se acerca el día de tu muerte. Llama a Josué y preséntense en la Carpa del Encuentro para que les dé mis instrucciones". Moisés y Josué se presentaron, (Deuteronomio 31, 14)

  • Luego el Señor dio esta orden a Josué, hijo de Nun: "Sé fuerte y valiente, porque tú conducirás a los israelitas hasta la tierra que juré darles, y yo estaré contigo". (Deuteronomio 31, 23)

  • Moisés fue con Josué, hijo de Nun, y recitó delante del pueblo todas las palabras de este poema. (Deuteronomio 32, 44)

  • Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había impuesto sus manos sobre él; y los israelitas le obedecieron, obrando de acuerdo con la orden que el Señor había dado a Moisés. (Deuteronomio 34, 9)

  • Después de la muerte de Moisés, el servidor del Señor, el Señor dijo a Josué, hijo de Nun y ayudante de Moisés: (Josué 1, 1)

  • Entonces Josué dio a los escribas del pueblo la siguiente orden: (Josué 1, 10)

  • Ellos respondieron a Josué: "Haremos todo lo que nos ordenes e iremos adonde nos mandes. (Josué 1, 16)

  • Josué, hijo de Nun, envió clandestinamente desde Sitím a dos espías, con la siguiente consigna: "Vayan a observar el terreno". Ellos partieron y, al llegar a Jericó, entraron en casa de una prostituta llamada Rajab, donde se alojaron. (Josué 2, 1)

  • Entonces los dos hombres volvieron a bajar de la montaña, cruzaron el río, y cuando estuvieron de nuevo con Josué, hijo de Nun, lo informaron de todo lo que les había ocurrido. (Josué 2, 23)

  • A la madrugada del día siguiente, Josué y todos los israelitas partieron de Sitím. Cuando llegaron al Jordán, se dispusieron a pasar la noche allí antes de cruzar. (Josué 3, 1)

  • Josué dijo al pueblo: "Purifíquense, porque mañana el Señor va a obrar maravillas en medio de ustedes". (Josué 3, 5)

  • Entonces el Señor dijo a Josué: "Hoy empezaré a engrandecerte a los ojos de todo Israel, para que sepan que yo estoy contigo como estuve con Moisés. (Josué 3, 7)


“Sejam como pequenas abelhas espirituais, que levam para sua colméia apenas mel e cera. Que, por meio de sua conversa, sua casa seja repleta de docilidade, paz, concórdia, humildade e piedade!” São Padre Pio de Pietrelcina