Löydetty 940 Tulokset: País
Vendrán días -oráculo del Señor- en que enviaré hambre sobre el país, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de escuchar la palabra del Señor. (Amós 8, 11)
Israelitas, ¿no son ustedes para mí como los cusitas? -oráculo del Señor-. ¿Acaso no hice salir a Israel del país de Egipto, como a los filisteos de Caftor y a los arameos de Quir? (Amós 9, 7)
Los del Négueb poseerán la montaña de Esaú y la Sefelá, el país de los filisteos; ellos poseerán el territorio de Efraím y el territorio de Samaría, y Benjamín ocupará Galaad. (Abdías 1, 19)
Los deportados, este ejército de los israelitas, poseerán el país de los cananeos hasta Sarepta, y los deportados de Jerusalén que están en Sefarad, poseerán las ciudades del Négueb. (Abdías 1, 20)
Entonces le dijeron: "Explícanos por qué nos sobrevino esta desgracia. ¿Cuál es tu oficio? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿A qué pueblo perteneces?". (Jonás 1, 8)
Entonces oró al Señor, diciendo: "¡Ah, Señor! ¿No ocurrió acaso lo que yo decía cuando aún estaba en mi país? Por eso traté de huir a Tarsis lo antes posible. Yo sabía que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para enojarte y de gran misericordia, y que te arrepientes del mal con que amenazas. (Jonás 4, 2)
¡Y él mismo será la paz! Si Asiria invade nuestro país y pisa nuestros palacios, le opondremos siete pastores y ocho príncipes del pueblo: (Miqueas 5, 4)
Ellos apacentarán a Asiria con la espada y al país de Nemrod con el acero. Y él nos librará de Asiria, si llega a invadir nuestro país y pisa nuestra frontera. (Miqueas 5, 5)
extirparé las ciudadelas de tu país y derribaré todas tus fortalezas; (Miqueas 5, 10)
El hombre fiel ha desaparecido del país: ¡no queda ni un justo entre los hombres! Todos están al acecho para derramar sangre, cada uno atrapa a su hermano en la red. (Miqueas 7, 2)
¡Tus tropas, dentro de ti, son una sarta de mujeres! A tu enemigo se le abren de par en par las puertas de tu país: ¡el fuego ha devorado tu cerrojos! (Nahún 3, 13)
Por haber despojado a numerosas naciones, lo que resta de esos pueblos te despojará a ti, a causa de la sangre humana derramada y de la violencia contra el país, contra la ciudad y todos sus habitantes. (Habacuc 2, 8)