Löydetty 487 Tulokset: años

  • Todos los que sean sometidos al censo, o sea, los que tengan más de veinte años, pagarán la ofrenda reservada al Señor. (Exodo 30, 14)

  • o sea, medio siclo por cada uno de los incluidos en el censo de los seiscientos tres mil quinientos cincuenta hombres de veinte años para arriba. (Exodo 38, 26)

  • Cuando entren en la tierra y planten árboles frutales de todas clases, deberán considerar sus frutos como algo prohibido: durante tres años los dejarán incircuncisos, y no se los podrá comer. (Levítico 19, 23)

  • Durante seis años sembrarás tu campo, podarás tu viña y cosecharás sus productos. (Levítico 25, 3)

  • Deberás contar siete semanas de años -siete veces siete años- de manera que el período de las siete semanas de años sume un total de cuarenta y nueve años. (Levítico 25, 8)

  • Al comprar, tendrás en cuenta el número de años transcurridos desde el jubileo; y al vender, tu compatriota tendrá en cuenta el número de los años productivos: (Levítico 25, 15)

  • cuanto mayor sea el número de años, mayor será el precio que pagarás; y cuanto menor sea el número de años, menor será ese precio, porque lo que él te vende es un determinado número de cosechas. (Levítico 25, 16)

  • Yo les mandaré mi bendición en el sexto año, y este producirá una cosecha suficiente para tres años más. (Levítico 25, 21)

  • calculará los años transcurridos desde la venta, devolverá la diferencia al comprador, y así podrá regresar a su propiedad. (Levítico 25, 27)

  • Junto con el que lo ha comprado, calculará el total de años desde el momento en que se vendió hasta el año del jubileo; y el precio de venta dependerá del número de años, computando además el tiempo en que trabajó para él, como si se tratara de un asalariado. (Levítico 25, 50)

  • Si todavía faltan muchos años, deberá devolver por su rescate una suma proporcionada al precio de la venta; (Levítico 25, 51)

  • y si faltan pocos años hasta el año jubilar, el cómputo para el pago del rescate se hará de acuerdo con los años que faltan. (Levítico 25, 52)


“Ouço interiormente uma voz que constantemente me diz: Santifique-se e santifique!” São Padre Pio de Pietrelcina