Löydetty 324 Tulokset: campo de batalla

  • Sijón nos salió al paso con todas sus tropas, dispuesto a librarnos batalla en Iasá. (Deuteronomio 2, 32)

  • Después dimos vuelta y subimos en dirección a Basán. Entonces Og, rey de Basán, nos salió al paso con todo su ejército, dispuesto a presentarnos batalla en Edrei. (Deuteronomio 3, 1)

  • No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás su casa, su campo, su esclavo, su esclava, su buey, su asno, ni ninguna otra cosa que le pertenezca. (Deuteronomio 5, 21)

  • en estos términos: "Escucha, Israel. Ahora ustedes están próximos a entrar en batalla contra sus enemigos. ¡Tengan valor! No teman, ni se angustien, ni tiemblen ante ellos, (Deuteronomio 20, 3)

  • Si para conquistar una ciudad tienes que asediarla mucho tiempo, no destruirás sus árboles a golpes de hacha. Come de sus frutos, pero no los cortes. ¿Acaso los árboles del campo son hombres, para que los hagas también a ellos víctimas del asedio? (Deuteronomio 20, 19)

  • Si en la tierra que el Señor, tu Dios, te da en posesión, alguien encuentra un hombre muerto, tendido en medio del campo, y no se sabe quién lo mató, (Deuteronomio 21, 1)

  • Pero si el hombre encuentra en el campo a la joven comprometida y se acuesta con ella por la fuerza, sólo morirá el hombre que se acostó con ella. (Deuteronomio 22, 25)

  • como el encuentro se produjo en el campo, tal vez la joven pidió auxilio, pero no había nadie que la socorriera. (Deuteronomio 22, 27)

  • Cuando recojas la cosecha en tu campo, si olvidas en él una gavilla, no vuelvas a buscarla. Será para el extranjero, el huérfano y la viuda, a fin de que el Señor, tu Dios, te bendiga en todas tus empresas. (Deuteronomio 24, 19)

  • Bendito serás en la ciudad y bendito en el campo. (Deuteronomio 28, 3)

  • Maldito serás en la ciudad y maldito en el campo. (Deuteronomio 28, 16)

  • Dijo acerca de Gad: "¡Bendito sea el que abre campo libre a Gad! Tendido como una leona, despedaza el brazo y también la cabeza. (Deuteronomio 33, 20)


“A mulher forte é a que tem temor de Deus, a que mesmo à custa de sacrifício faz a vontade de Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina