Löydetty 455 Tulokset: división del reino

  • Porque mientras el hijo de Jesé viva sobre la tierra, no habrá seguridad ni para ti ni para tu reino. Manda ahora mismo que me lo traigan, porque merece la muerte". (I Samuel 20, 31)

  • Isbaal, hijo de Saúl, tenía cuarenta años cuando comenzó a reinar sobre Israel, y reinó dos años. Sólo la casa de Judá seguía a David. (II Samuel 2, 10)

  • David se enteró en seguida de lo sucedido y exclamó: "Yo y mi reino somos inocentes para siempre, delante del Señor, de la sangre de Abner, hijo de Ner. (II Samuel 3, 28)

  • David tenía treinta años cuando comenzó a reinar y reinó cuarenta años. (II Samuel 5, 4)

  • En Hebrón reinó siete años y seis meses sobre Judá, y en Jerusalén, treinta y tres años sobre todo Israel y Judá. (II Samuel 5, 5)

  • Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y tu trono será estable para siempre". (II Samuel 7, 16)

  • David reinó sobre todo Israel, y administraba el derecho y la justicia a todo su pueblo. (II Samuel 8, 15)

  • Después de esto, murió el rey de los amonitas, y su hijo Janún reinó en lugar de él. (II Samuel 10, 1)

  • El rey le preguntó: "¿Dónde está el hijo de tu señor?". Sibá respondió al rey: "Se ha quedado en Jerusalén, diciendo: ‘Hoy la casa de Israel me devolverá el reino de mi padre’". (II Samuel 16, 3)

  • El Señor hace recaer sobre ti toda la sangre de la casa de Saúl, a quien tú has usurpado el reino. ¡El Señor ha puesto la realeza en manos de tu hijo Absalón, mientras que tú has caído en desgracia, porque eres un sanguinario!". (II Samuel 16, 8)

  • Cuarenta años duró su reinado sobre Israel: reinó siete años en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén. (I Reyes 2, 11)

  • Pero, al cabo de tres años, dos esclavos de Semei huyeron al reino de Aquís, hijo de Maacá, rey de Gat. Alguien le avisó a Semei: "Mira que tus esclavos están en Gat". (I Reyes 2, 39)


“Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina