Löydetty 150 Tulokset: entregó

  • Entonces la ira del Señor se encendió contra Israel, y él los entregó en manos de los filisteos y de los amonitas. (Jueces 10, 7)

  • El Señor, el Dios de Israel, entregó en manos de los israelitas a Sijón con todas sus tropas. Israel los derrotó y ocupó todo el país de los amorreos que habitaban en esa región. (Jueces 11, 21)

  • Luego atacó a los amonitas, y el Señor los entregó en sus manos. (Jueces 11, 32)

  • Al ver que nadie venía en mi ayuda, marché contra los amonitas arriesgando mi propia vida, y el Señor los entregó en mis manos. ¿Por qué entonces han subido hoy a hacerme la guerra?". (Jueces 12, 3)

  • Los israelitas volvieron a hacer lo que es malo a los ojos del Señor, y el Señor los entregó en manos de los filisteos durante cuarenta años. (Jueces 13, 1)

  • Luego el espíritu del Señor se apoderó de Sansón; él bajó a Ascalón y allí mató a treinta hombres. Después de recoger sus despojos, entregó la ropa a los que habían acertado la adivinanza, y regresó furioso a la casa de su padre. (Jueces 14, 19)

  • Así, cuando él devolvió la plata a su madre, ella tomó doscientos siclos de plata y se los entregó al orfebre. Este hizo una estatua revestida de metal fundido, y la pusieron en la casa de Miqueas. (Jueces 17, 4)

  • y añadió: "Me entregó esta media bolsa de cebada, diciéndome que no debía volver con las manos vacías a la casa de mi suegra". (Rut 3, 17)

  • Pero ellos olvidaron al Señor, su Dios, y él los entregó en manos de Sísara, el jefe del ejército de Jasor, y en manos de los filisteos y del rey de Moab, que les hicieron la guerra. (I Samuel 12, 9)

  • Luego Jonatán entregó sus armas al niño y le dijo: "Ve y lleva esto a la ciudad". (I Samuel 20, 40)

  • Ajimélec consultó por él al Señor, le dio provisiones y le entregó la espada de Goliat, el filisteo". (I Samuel 22, 10)

  • David interrogó de nuevo al Señor, y el Señor le respondió, diciendo: "Baja ya mismo a Queilá, porque yo entrego a los filisteos en tus manos". (I Samuel 23, 4)


“Para consolar uma alma na sua dor, mostre-lhe todo o bem que ela ainda pode fazer.” São Padre Pio de Pietrelcina