Löydetty 341 Tulokset: envió
Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, cuando el rey Sedecías le envió a Pasjur, hijo de Malquías, y al sacerdote Sefanías, hijo de Maasías, para decirle: (Jeremías 21, 1)
Porque así me ha hablado el Señor, Dios de Israel: "Toma de mi mano esta copa de vino del furor, y dásela de beber a todas las naciones a las que yo te envío; (Jeremías 25, 15)
ellas la beberán, se marearán y se enloquecerán, a causa de la espada que envío en medio de ellas". (Jeremías 25, 16)
Tú les dirás: Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ¡Beban hasta embriagarse, vomiten y caigan para no levantarse más, delante de la espada que yo envío en medio de ustedes! (Jeremías 25, 27)
si no escuchan las palabras de mis servidores los profetas, que yo les envío incansablemente y a quienes ustedes no han escuchado, (Jeremías 26, 5)
Pero Jeremías dijo a los jefes y a todo el pueblo: "El Señor es el que me envió a profetizar contra esta Casa y contra esta ciudad todas las palabras que ustedes han oído. (Jeremías 26, 12)
Pero el rey Joaquím envió a Egipto a Elnatán acompañado de algunos hombres. (Jeremías 26, 22)
Estos son los términos de la carta que el profeta Jeremías envió desde Jerusalén al resto de los ancianos que estaban en el exilio, a los sacerdotes, a los profetas y a todo el pueblo que Nabucodonosor había deportado de Jerusalén a Babilonia, (Jeremías 29, 1)
El rey envió a Iehudí para que tomara el rollo, y este lo tomó de la sala del secretario Elisamá. Iehudí lo leyó delante del rey y de todos los jefes que estaban de pie junto a él. (Jeremías 36, 21)
El rey Sedecías envió a Iucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sefanías, hijo de Maasías, para que dijeran al profeta Jeremías: "Ruega por nosotros al Señor, nuestro Dios". (Jeremías 37, 3)
y le dijeron: "¿No sabes acaso que Baalís, rey de los amonitas, envió a Ismael, hijo de Natanías, para que atente contra tu vida?". Pero Godolías, hijo de Ajicám, no les creyó. (Jeremías 40, 14)
Hoy se lo he comunicado a ustedes, pero ustedes no han oído la voz del Señor, su Dios, en nada de lo que él me envió a decirles. (Jeremías 42, 21)