Löydetty 1139 Tulokset: medio hermano

  • señor, escúchanos. Tú eres un privilegiado de Dios en medio de nosotros. Sepulta a tu esposa en la mejor de nuestras tumbas, ya que ninguno de nosotros te negará un sepulcro para que la entierres". (Génesis 23, 6)

  • para que me venda la caverna de Macpelá, que él tiene en el extremo de su campo. Que me la ceda por su valor real, para que yo la posea como sepulcro familiar en medio de ustedes". (Génesis 23, 9)

  • Aún no había terminado de hablar, cuando Rebeca, la hija de Betuel -el cual era a su vez hijo de Milcá, la esposa de Najor, el hermano de Abraham- apareció con un cántaro sobre el hombro. (Génesis 24, 15)

  • Cuando los camellos terminaron de beber, el hombre tomó un anillo de oro que pesaba medio siclo, y lo colocó en la nariz de la joven; luego le puso en los brazos dos pulseras de diez siclos. (Génesis 24, 22)

  • Rebeca tenía un hermano llamado Labán. (Génesis 24, 29)

  • Luego sacó unos objetos de oro y plata y algunos vestidos, y se los obsequió a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. (Génesis 24, 53)

  • El hermano y la madre de Rebeca respondieron: "Que la muchacha se quede con nosotros unos diez días más. Luego podrás irte". (Génesis 24, 55)

  • Después salió su hermano, que con su mano tenía agarrado el talón de Esaú. Por ello lo llamaron Jacob. Cuando nacieron, Isaac tenía sesenta años. (Génesis 25, 26)

  • Rebeca dijo a Jacob: "Acabo de oír que tu padre le decía a tu hermano Esaú: (Génesis 27, 6)

  • Pero Jacob respondió a su madre Rebeca: "Mira que mi hermano Esaú es velludo y yo soy lampiño. (Génesis 27, 11)

  • Y no lo reconoció, porque sus manos estaban cubiertas de vello, como las de su hermano Esaú. Sin embargo, cuando ya se disponía a bendecirlo, (Génesis 27, 23)

  • Apenas Isaac había terminado de bendecir a Jacob, en el preciso momento que este se apartaba de su padre, su hermano Esaú volvió de cazar. (Génesis 27, 30)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina