Löydetty 316 Tulokset: sed

  • Toma en seguida una sartén de hierro y colócala como muro de hierro entre ti y la ciudad. Mírala fijamente: ella quedará sitiada y tú serás el que la asedia. Esto es una señal para los israelitas. (Ezequiel 4, 3)

  • Después dirigirás tu rostro y tu brazo desnudo hacia el asedio de Jerusalén y profetizarás contra ella. (Ezequiel 4, 7)

  • Yo te ato con sogas, para que no puedas darte vuelta de un lado a otro, hasta que hayas cumplido los días de tu asedio. (Ezequiel 4, 8)

  • Una tercera parte, la quemarás en medio de la ciudad, cuando se cumplan los días del asedio; la otra tercera parte, la cortarás con la espada, alrededor de toda la ciudad; y la tercera parte restante, la esparcirás al viento -y yo desenvainaré la espada detrás de ellos-. (Ezequiel 5, 2)

  • Pero si el profeta se deja seducir y pronuncia una palabra, habré sido yo, el Señor, el que sedujo a ese profeta: extenderé mi mano contra él y lo exterminaré de en medio de mi pueblo Israel. (Ezequiel 14, 9)

  • Te puse un vestido bordado, te calcé con zapatos de cuero fino, te ceñí con una banda de lino y te cubrí con un manto de seda. (Ezequiel 16, 10)

  • Estabas adornada de oro y de plata, tu vestido era de lino fino, de seda y de tela bordada; te alimentabas con la mejor harina, con miel y aceite. Llegaste a ser extraordinariamente hermosa y te convertiste en una reina. (Ezequiel 16, 13)

  • Ahora está plantada en el desierto, en una tierra reseca y sedienta. (Ezequiel 19, 13)

  • por eso, profetiza diciendo: Así habla el Señor: Sí, ustedes han sido devastadas y asediadas por todas partes, hasta convertirse en posesión del resto de las naciones, y han sido objeto de las habladurías y difamaciones de la gente. (Ezequiel 36, 3)

  • La frontera del país es la siguiente: por el lado septentrional, desde el Mar Grande, en dirección a Jetlón, hasta la Entrada de Jamat: Sedad, (Ezequiel 47, 15)

  • Si no, la desnudaré por completo y la dejaré como el día en que nació; haré de ella un desierto, la convertiré en tierra árida y la haré morir de sed. (Oseas 2, 5)

  • Por eso, yo la seduciré, la llevaré al desierto y le hablaré a su corazón. (Oseas 2, 16)


“A mansidão reprime a ira.” São Padre Pio de Pietrelcina