Löydetty 76 Tulokset: serpiente ardiente

  • De ahí mi ardiente deseo de anunciarles la Buena Noticia también a ustedes, los que habitan en Roma. (Romanos 1, 15)

  • Pero temo que, así como la serpiente, con su astucia, sedujo a Eva, también ustedes se dejen corromper interiormente, apartándose de la sinceridad debida a Cristo. (II Corintios 11, 3)

  • En cuanto a nosotros, hermanos -físicamente separados de ustedes por un tiempo, aunque no de corazón- sentimos un ardiente y vivísimo deseo de volver a verlos. (I Tesalonicenses 2, 17)

  • en medio de un fuego ardiente. Entonces él hará justicia con aquellos que no reconocen a Dios y no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesús. (II Tesalonicenses 1, 8)

  • Sólo resta esperar con terror el juicio y el fuego ardiente que consumirá a los rebeldes. (Hebreos 10, 27)

  • Ustedes, en efecto, no se han acercado a algo tangible: fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, tempestad, (Hebreos 12, 18)

  • Y así fue precipitado el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles. (Apocalipsis 12, 9)

  • Pero la Mujer recibió las dos alas de la gran águila para volar hasta su refugio en el desierto, donde debía ser alimentada durante tres años y medio, lejos de la Serpiente. (Apocalipsis 12, 14)

  • La Serpiente vomitó detrás de la Mujer como un río de agua, para que la arrastrara. (Apocalipsis 12, 15)

  • los hombres fueron abrasados por un calor ardiente, pero en lugar de arrepentirse y dar gloria a Dios, blasfemaron contra su Nombre, que tiene poder sobre estas plagas. (Apocalipsis 16, 9)

  • Sus ojos son como una llama ardiente y su cabeza está cubierta de numerosas diademas. Lleva escrito un nombre que solamente él conoce (Apocalipsis 19, 12)

  • De su boca sale una espada afilada, para herir a los pueblos paganos. Él los regirá con un cetro de hierro y pisará los racimos en la cuba de la ardiente ira del Dios todopoderoso. (Apocalipsis 19, 15)


“Todas as graças que pedimos no nome de Jesus são concedidas pelo Pai eterno.” São Padre Pio de Pietrelcina