Löydetty 1169 Tulokset: templo de Jerusalén
Cuando él vio a Pedro y a Juan entrar en el Templo, les pidió una limosna. (Hechos 3, 3)
Dando un salto, se puso de pie y comenzó a caminar; y entró con ellos en el Templo, caminando, saltando y glorificando a Dios. (Hechos 3, 8)
Reconocieron que era el mendigo que pedía limosna sentado a la puerta del Templo llamada «la Hermosa», y quedaron asombrados y llenos de admiración por lo que le había sucedido. (Hechos 3, 10)
Mientras los Apóstoles hablaban al pueblo, se presentaron ante ellos los sacerdotes, el jefe de los guardias del Templo y los saduceos, (Hechos 4, 1)
Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes de los judíos, los ancianos y los escribas, (Hechos 4, 5)
diciendo: «¿Qué haremos con estos hombres? Porque no podemos negar que han realizado un signo bien patente, que es notorio para todos los habitantes de Jerusalén. (Hechos 4, 16)
La multitud acudía también de las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo enfermos o poseídos por espíritus impuros, y todos quedaban curados. (Hechos 5, 16)
«Vayan al Templo y anuncien al pueblo todo lo que se refiere a esta nueva Vida». (Hechos 5, 20)
Los Apóstoles, obedeciendo la orden, entraron en el Templo en las primeras horas del día, y se pusieron a enseñar. Entre tanto, llegaron el Sumo Sacerdote y sus partidarios, convocaron al Sanedrín y a todo el Senado del pueblo de Israel, y mandaron a buscarlos a la cárcel. (Hechos 5, 21)
Al oír esto, el jefe del Templo y los sumos sacerdotes quedaron perplejos y no podían explicarse qué había sucedido. (Hechos 5, 24)
En ese momento llegó uno, diciendo: «Los hombres que ustedes arrestaron, están en el Templo y enseñan al pueblo». (Hechos 5, 25)
«Nosotros les habíamos prohibido expresamente predicar en ese Nombre, y ustedes han llenado Jerusalén con su doctrina. ¡Así quieren hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese hombre!». (Hechos 5, 28)