Löydetty 1945 Tulokset: Historia de Israel

  • Después Jetró, suegro de Moisés, ofreció un holocausto y sacrificios a Dios; y Aarón y todos los ancianos de Israel fueron a comer con el suegro de Moisés en presencia de Dios. (Exodo 18, 12)

  • Eligió, pues, hombres capaces de entre todo Israel, y los puso al frente del pueblo, como jefes de mil, jefes de ciento, jefes de cincuenta, y jefes de diez. (Exodo 18, 25)

  • Al tercer mes después de la salida de Egipto, ese mismo día, llegaron los hijos de Israel al desierto de Sinaí. (Exodo 19, 1)

  • Partieron de Refidim, y al llegar al desierto de Sinaí acamparon en el desierto. Allí acampó Israel frente al monte. (Exodo 19, 2)

  • Moisés subió hacia Dios. Yahveh le llamó desde el monte, y le dijo: «Así dirás a la casa de Jacob y esto anunciarás a los hijos de Israel: (Exodo 19, 3)

  • seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa." Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel.» (Exodo 19, 6)

  • Dijo a Moisés: «Sube donde Yahveh, tú, Aarón, Nadab y Abihú, con setenta de los ancianos de Israel; os postraréis desde lejos. (Exodo 24, 1)

  • Entonces escribió Moisés todas las palabras de Yahveh; y, levantándose de mañana, alzó al pie del monte un altar y doce estelas por las doce tribus de Israel. (Exodo 24, 4)

  • Moisés subió con Aarón, Nadab y Abihú y setenta de los ancianos de Israel, (Exodo 24, 9)

  • y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había como un pavimento de zafiro tan puro como el mismo cielo. (Exodo 24, 10)

  • No extendió él su mano contra los notables de Israel, que vieron a Dios, comieron y bebieron. (Exodo 24, 11)

  • La gloria de Yahveh aparecía a la vista de los hijos de Israel como fuego devorador sobre la cumbre del monte. (Exodo 24, 17)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina